Durante un significativo evento político, en el que se presentaba en el escenario, se podía casi predecir que el pan estaría fresco por la mañana. Sin embargo, esta vez las palabras del individuo transcendieron la mera atmósfera de nuestro planeta. El eco de sus declaraciones llegó tan lejos que incluso se sintió en Marte.
La oración. En una manifestación política llevada a cabo en Wisconsin, con una imponente bandera estadounidense ondeando detrás de él y vestido con una chaqueta azul de Spacex, Elon Musk pronunció la siguiente declaración:
«Moriré en los Estados Unidos. No voy a ningún lado. Podría ir a Marte, pero será parte de los Estados Unidos».
La afrenta. Según el Tratado del espacio firmado en 1967 por 115 naciones, se establece que «las actividades en el ultra resort, incluidas las organizaciones en la Luna y otros cuerpos celestes, no están sujetas a reclamaciones de soberanía, uso u ocupación por parte de estados nacionales».
Aunque la declaración de Musk no infringe explícitamente el tratado, que es únicamente vinculante para los gobiernos, sus palabras resultan en un acto de desafío, especialmente si se interpretan como una insinuación de que Estados Unidos puede reclamar Marte en violación del derecho internacional.
La contradicción. Es interesante observar que SpaceX, la empresa aeroespacial fundada por Elon Musk, tiene en sus Términos de servicio de StarLink una cláusula que contradice sus recientes afirmaciones:
«Para servicios en Marte o durante el transporte hacia Marte por medio de cohetes u otras naves, se reconoce que Marte es un planeta libre y que ningún gobierno de la Tierra tiene autoridad o soberanía sobre las actividades en Marte. Por lo tanto, todas las disputas se resolverán de buena fe en el contexto de la revolución marciana.»
¿Cuál es el plan? Desde su fundación en 2002, SpaceX ha tenido ambiciones de largo plazo hacia Marte. La meta es establecer un asentamiento humano en el planeta rojo, lo cual es crucial para asegurar la supervivencia de nuestra especie en caso de que algo catastrófico ocurra en la Tierra.
Para lograr este monumental objetivo, SpaceX está desarrollando una enorme nave espacial, diseñada específicamente para soportar la logística de esta misión titánica. Se planea que las primeras misiones no tripuladas se inicien a finales del próximo año. Sin embargo, solo los gobiernos y miles de voluntarios dispuestos a participar podrían ser capaces de establecer una colonia permanente en Marte.
Presión política. La NASA ha sido tomada como un blanco principal en la carrera espacial hacia la Luna, pero Musk considera que el enfoque en la Luna es «una distracción». Está utilizando su influencia política y recursos considerables para presionar a la agencia espacial a que acelere las misiones con astronautas destinados al planeta rojo.
Incluso ha convencido a Donald Trump de declarar el «destino obvio» de Estados Unidos, y la situación podría volverse aún más favorable para él si Jared Isaacman, un socio de negocio de SpaceX, llega a tener un papel importante en la administración de la NASA tras haber sido nombrado por el presidente.
Contra la ley. Sin duda, hay una gran diferencia entre clavar la bandera estadounidense en Marte, un acto que también contempla China para 2040, y reclamar la independencia de una colonia marciana.
Cualquier intento de propiedad sobre Marte, ya sea por la NASA o SpaceX, sería considerado y prohibido como una reclamación estadounidense debido a las responsabilidades legales vigentes. Cuando la declaración de Musk se comprende como un intento de afirmación territorial, podría ser considerada incompatible con los principios del derecho internacional.
Por otro lado, es importante señalar que Musk ha cambiado de opinión en varias ocasiones. Hace poco, sostenía la idea de que los colonizadores de Marte deberían establecer un gobierno basado en la democracia directa, en el cual las leyes serían elegidas por el pueblo sin intermediarios políticos.
Fotos | OLLA, Wisconsin Young Republicons
En | No es que Elon Musk haya logrado influir en la NASA como se suele pensar. Es un escenario más complejo.