Investigadores japoneses han estudiado la manera de reducir el consumo de alimentos. Su conclusión es muy sencilla: come más despacio.

Perder peso o mantener nuestro peso bajo control es un proceso que va más allá de la simple ecuación de calorías consumidas frente a calorías gastadas. Existen numerosos factores, muchos de ellos sutiles o poco evidentes, que pueden interrumpir este delicado equilibrio. Estos factores varían desde el funcionamiento del metabolismo individual hasta aspectos sociológicos que pueden influir en nuestras decisiones alimenticias y en cómo gestionamos nuestra salud en general.

Los otros factores. Recientemente, un equipo de investigadores japoneses llevó a cabo un examen exhaustivo sobre cómo distintos elementos, tales como la cantidad de mordidas que damos, los ritmos que percibimos en nuestro entorno y el género, afectan la duración de los alimentos ingiriendo. El objetivo de este estudio es promover la idea de que comer más lentamente podría ser la clave para mantener nuestro peso bajo control de manera efectiva.

Lento. La noción de reducir la velocidad al comer para poder consumir menos y, por ende, perder peso no es algo novedoso. Esta idea ha sido promovida por líderes de opinión y varias recomendaciones de salud desde hace más de una década. Aunque no se trata de una garantía absoluta, los expertos aseguran que esta estrategia puede ser muy útil para la mayoría de las personas.

La lógica detrás de estos consejos se centra en cómo los procesos digestivos funcionan en conjunción con nuestro cerebro. La comunicación entre el estómago y el cerebro se lleva a cabo de dos maneras: una es a través de impulsos nerviosos, mientras que la otra se realiza mediante señales químicas que son transportadas por varias hormonas. Esta compleja interacción es clave para comprender por qué comer despacio puede ser beneficioso para la regulación del peso.

Uno de los principales mecanismos de la pérdida de peso respaldado por ciertos medicamentos, como el Ozempic, se basa en la imitación de las señales hormonales que indican que ya hemos comido lo suficiente. De esta manera, se promueve una sensación de saciedad que a menudo puede resultar difícil de alcanzar de forma natural.

Una ayuda. A pesar de lo que podría considerarse como un «truco», los investigadores han encontrado que implementar este enfoque puede ser más fácil de sugerir que de llevar a la práctica. Por esta razón, el estudio reciente fue diseñado para analizar cómo varios factores afectan la velocidad con la que consumimos alimentos. Interesantemente, se notaron diferencias notables en los hábitos de alimentación entre hombres y mujeres.

“A pesar de que la ciencia de la nutrición a menudo se centra en temas como el metabolismo y la absorción de nutrientes, hay poca evidencia en Japón que vincule el comportamiento alimentario con ambos elementos. Esta curiosidad me llevó a explorar el comportamiento alimentario con un enfoque en las diferencias de género”, señaló Katsumi Iizuka, coautor del estudio en un comunicado de prensa.

33 participantes. Para poner a prueba estas teorías, el equipo de investigación llevó a cabo un experimento con porciones de pizza en 33 adultos sanos de edades comprendidas entre 20 y 65 años. Durante el estudio, midieron el número de mordidas y el ritmo con el que se masticaba, incluso utilizando metrónomos y auriculares para inducir ritmos más acelerados y verificar cómo estos estimulaban la respuesta de los participantes.

Tal como se esperaba, el equipo observó diferencias significativas en los hábitos de hombres y mujeres: en promedio, las mujeres tardaron más en consumir su ración (87 segundos frente a 63 segundos para los hombres). Además, también masticaron más (107 contra 80 en hombres) y tomaron más de dos veces más mordidas.

Cambiar el ritmo. No obstante, el género no fue el único factor determinante en los hábitos alimentarios; los estímulos rítmicos también afectaron el tiempo requerido para comer. Por ejemplo, un ritmo pulsante de 40 por minuto (BPM) extendió significativamente la duración de la ingesta en comparación con aquellos que comieron en silencio, sin tal estimulación rítmica.

Los detalles de este estudio pueden encontrarse en un artículo publicado en la revista Nutrientes.

Alivio del trabajo. Sin embargo, es importante ser cautelosos a la hora de generalizar los resultados obtenidos en este estudio. Primero, se debe considerar el tamaño limitado de la muestra, que consiste en solo 33 participantes. Además, también es vital tener en cuenta las diferencias culturales que pueden existir entre nuestro contexto y el japonés.

Estas diferencias abarcan no solo la cultura gastronómica, sino también las expectativas de género entre hombres y mujeres y cómo cada sociedad percibe y espera comportamientos alimenticios en público.

Aun así, los hallazgos de este estudio pueden ser valiosos para desarrollar estrategias personalizadas que faciliten la pérdida de peso, adaptándose a las características de cada individuo, como su género. Además, puede fomentar la investigación en cómo el contexto y los estímulos pueden influir en nuestra conducta alimentaria, como, por ejemplo, la implementación de música de ritmo pausado para promover comidas más lentas.

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