Lleva tu cartera en el bolsillo.

La identificación digital ya ha dejado de ser una mera aspiración futurista; se ha convertido en una auténtica realidad. Sin grandes alharacas, el Consejo de Ministros ha dado luz verde a las regulaciones que otorgan validez legal a este documento en su formato virtual. Aunque pueda parecer un cambio trivial, en realidad simboliza la última barrera que ha sido derribada en un proceso que ha llevado años de avance progresivo: Una transformación silenciosa que ha necessitado tiempo: la desaparición de la cartera física.

Hoy en día, el uso de efectivo ha perdido su relevancia, quedando como una excepción en ciertos escenarios muy concretos. Lo que solía ser la norma ha sido sustituido primero por tarjetas de crédito y débito, y posteriormente por nuestros teléfonos inteligentes que facilitan los pagos móviles. En este contexto, métodos como Bizum han alcanzado tal popularidad que se han convertido en un término de uso cotidiano en el vocabulario de quienes son curiosos con la tecnología y el mundo digital.

Las tarjetas de fidelización, que antes eran esenciales y ocupaban espacio valioso en nuestras billeteras, ahora han evolucionado a ser simplemente códigos QR que gestionamos a través de diversas aplicaciones. Mientras tanto, los boletos, que en su día fueron documentos físicos, ahora tienen versiones digitales totalmente válidas que simplifican aún más nuestra vida diaria.

Finalmente, solo el Documento Nacional de Identidad (DNI) parecía haber permanecido como el último vestigio físico que todos necesitábamos «por si acaso», actuando como un ancla en un mundo donde la mayoría de las cosas están cada vez más digitalizadas. Sin embargo, con la llegada de la identificación digital, incluso esta figura se está desdibujando rápidamente.

This transition comes with obvious advantages in terms of security. Una cartera sustraída representa una catástrofe inmediata: se pone en riesgo no solo nuestro dinero, sino también nuestra identidad y las tarjetas vinculadas a ella. En cambio, un teléfono perdido, que por lo general está protegido mediante biometría, contraseñas y cifrado, resulta ser un revés mucho más manejable, aunque suene paradójico. Esto implica que depositamos nuestra confianza en algo que parece menos tangible precisamente porque es más seguro que sus contrapartes físicas.

No obstante, esta libertad tiene su precio, que debemos considerar siempre:

  • Nuestra total dependencia de una batería que no nos falle.
  • La necesidad de contar con un informe que se mantenga actualizado sin problemas.

Nos enfrentamos al riesgo real de ser «eliminados» temporalmente del sistema si nuestro teléfono se apaga en el momento menos oportuno. Así, la nueva vulnerabilidad ya no radica en el ladrón de carteiras, sino en ese simple 1% de batería que podría dejarnos en un limbo digital. Esto abre un panorama interesante para los fabricantes de baterías portátiles, quienes tendrán un papel crucial en el futuro, mientras que los de las tradicionales billeteras parecen estar cada vez más relegados al olvido.

La llegada de la identidad digital marca el ocaso de un objeto que ha sido parte integral de la humanidad durante siglos: la cartera. Este pequeño espacio que solíamos utilizar para guardar nuestra identidad económica y civil comenzará a considerarse algo opcional, casi nostálgico, Al igual que los relojes tradicionales en una era dominada por teléfonos inteligentes y relojes inteligentes.

Aunque es poco probable que desaparezca por completo, ya que existirán siempre quienes prefieren lo tangible y los objetos físicos, su función central se ha desplazado hacia un artículo que nos acompaña en nuestro día a día: el teléfono móvil.

Excelente imagen | Emil Kalibradov En Atractivo

En | Mi carpeta ciudadana es la aplicación ideal para lidiar con la administración. Ahora, esa experiencia es aún mejor.