«Me siento orgulloso de mis raíces nicaragüenses» Valle de Yokasta.

A través de sus plataformas en redes sociales, el destacado boxeador Yokasta Valley, originario de Matagalpa, Nicaragua, pero que posteriormente se convirtió en ciudadano costarricense, ha compartido su experiencia con el odio y la discriminación que enfrenta cotidianamente. En sus publicaciones, aborda de manera valiente la compleja temática de la enofobia, un tema que ha resonado profundamente en su vida y carrera.

Para ofrecer a nuestros lectores una perspectiva más amplia y rica, hemos decidido presentar el texto completo de Pugilist. Este relato está dirigido especialmente a aquellos que son más sensibles a estas cuestiones sociales y personales.

«Me gustaría abordar un tema que no suelo comentar, pero considero que es fundamental aclarar. No por la polémica en sí, sino por respeto a mi historia, a mis raíces y a todas las personas que, como yo, enfrentan diariamente el odio y la enofobia.

En realidad, no hay mucho más que añadir, ya que la situación es bastante clara. Es evidente que hay quienes parecen hablar sobre este tema únicamente con el propósito de llamar la atención, alimentándose de la enfermedad y el odio que permean las redes sociales. Lo más curioso es que muchas veces quienes no se acercan a mí ni me conocen, se atreven a emitir juicios sobre mi vida y mis decisiones.

En varias ocasiones, se han utilizado entrevistas que di a Edgar para viralizar mensajes, manipular la información y crear controversia en torno al odio. Sin embargo, para mí, eso no importa. Siempre me he mostrado claro y orgulloso de mencionar que nací en Nicaragua. He repetido esto miles de veces, levantando la frente con orgullo, porque mis raíces son parte fundamental de mi identidad y me han fortalecido a lo largo de mi vida.

En esa ocasión, antes y durante la entrevista con Edgar, discutimos temas mucho más profundos que solo el boxeo: hablamos sobre la enofobia, el racismo y cómo tantas personas sufren simplemente por su origen o por cómo se ven. He vivido esto toda mi vida. Aunque esta experiencia me ha intempéricamente fortalecido, soy consciente de que muchas personas son lastimadas y invisibilizadas por la sociedad.

Con orgullo, represento a Costa Rica, el país donde he crecido, me he entrenado y donde he construido mi carrera profesional. Es por eso que cuando entro al ring, lo hago con la bandera tricolor, porque siento una profunda conexión con este lugar. En nuestras charlas, especialmente entre aquellos de nosotros que hemos nacido en Nicaragua, los tratos que recibimos no son los mismos. Para otros, como Claudia o Silvia, nunca se ha cuestionado su lugar de nacimiento. ¿Cuál es la diferencia? Simplemente el color de la piel. Esta es una conversación complicada, pero también bastante necesaria.

No permitiré que el odio me afecte. Soy fuerte y he aprendido a convertirlo en combustible para seguir adelante. Sin embargo, entiendo que no todas las personas tienen esta fortaleza. Por eso, elijo hablar y no permanecer callada.

Hoy en día, muchas personas crean controversia simplemente para vender, para sumar clics a sus publicaciones. No participo en esos juegos. Estoy orgullosa de mi herencia nicaragüense, y también amo y represento con fervor a Costa Rica. Esto me hace feliz, me llena de orgullo, y es el país al cual he dedicado mi esfuerzo y mis sueños.

Más allá de las banderas, soy un símbolo de resistencia para muchas mujeres latinas que provienen de contextos difíciles. Sé que enfrentamos numerosos obstáculos, pero no dejaremos que eso nos detenga. El odio, el racismo y la enofobia no nos definen, sino que nos fortalecen y nos impulsan a romper barreras y limitaciones.

Estoy profundamente comprometida con la causa de combatir el odio y la enofobia, a tal punto que las Naciones Unidas me han nombrado portavoz en esta importante lucha. No es un tema personal, sino una plataforma que utilizo para amplificar mi voz y representar a otros. Y lo hago con la misma determinación con la que he peleado en cada una de mis contiendas: con fuerza, dignidad y una verdad inquebrantable. «

«El odio no me define. Me fortalece».

Yokasta Valley