El telescopio espacial James Webb ha registrado recientemente un momento extraordinario en la historia de la astronomía al observar el objeto más pequeño jamás estudiado por este potente telescopio. Este objeto es el asteroide conocido como 2024 YR4, el cual se encontraba en una categoría de especial interés a principios de este año, al ser identificado como un objeto potencialmente peligroso por los sistemas de defensa planetaria de la NASA.
Primera medición. Utilizando su avanzado instrumento NAH Infrarotkammer (NCAM), el telescopio Webb ha capturado imágenes que reflejan la luz del asteroide. Adicionalmente, las fotografías obtenidas con el instrumento infrarrojo medio (MIRI) proporcionan datos sobre su luz térmica, revelando características que antes no se conocían acerca del objeto.
Gracias a estos innovadores métodos de observación, los astrónomos han logrado determinar que el asteroide 2024 YR4 tiene un diámetro aproximado de 60 metros, lo que equivale más o menos a la altura de un edificio de quince plantas. No obstante, sorprendentemente, el asteroide presenta propiedades térmicas que se asemejan a las de cuerpos celestes de considerable tamaño, lo cual podría ser consecuencia de la canalización de su velocidad rotacional o de una superficialidad que contiene arena fina (también conocida como regolito). Se estima que su composición está formada por rocas que son del tamaño de un puño o incluso más grandes.
No chocará con la tierra. Las primeras observaciones realizadas por el telescopio Webb, que comenzaron el 8 de marzo, también han ofrecido confirmaciones que respaldan las afirmaciones hechas por la NASA y la ESA: el asteroide 2024 YR4 no representa una amenaza para nuestro planeta. La probabilidad de que crucé la órbita terrestre en diciembre de 2032 se ha ajustado a un mínimo de 0.0011%.
Este resultado es un alivio considerando que inicialmente se estimaba una probabilidad de 3.2%, una cifra que fue el resultado de la falta de datos suficientes para cerrar la incertidumbre en los cálculos de trayectoria. Como consecuencia, las Naciones Unidas ya no tienen que coordinar esfuerzos con las distintas agencias espaciales en un intento de redireccionar el asteroide o evacuar ciudades potencialmente amenazadas.
Podría influir en la luna. Sin embargo, el telescopio Webb ha indicado una probabilidad del 2% de que 2024 YR4 pueda interactuar con la Luna en su trayectoria. Aunque esta cifra sigue siendo considerablemente baja (con un 98% de chance de que no ocurra), los astrónomos están evaluando los posibles efectos de tal colisión.
En caso de que el asteroide impactara la Luna, no representaríamos ningún peligro inminente, y por el contrario, los astrónomos aprovecharían la oportunidad para documentar los efectos de un meteoro en el satélite, así como el material de la superficie lunar que podría ser desplazado.
A pesar de que los impactos de asteroides en la Luna no son fenómenos inusuales, su predicción es un reto complicado, especialmente cuando se desconoce información crítica como su masa y velocidad. El asteroide 2024 YR4 podría convertirse en un experimento controlado ideal gracias a la abundancia de datos que los científicos han podido recoger.
A favor de los efectos. «Una de nuestras principales motivaciones para seguir observando este asteroide comenta Andrew Rivkin, un astrónomo de la Universidad Johns Hopkins que solicitó tiempo de observación con el telescopio Webb en relación a este objeto en particular.
«Le cruzamos los dedos a la Luna por un impacto, ya que no tendría ningún efecto en la Tierra, y nos permitiría estudiar la formación de un cráter lunar desde una perspectiva totalmente nueva, gracias a la previsibilidad del asteroide,» añadió Alan Fitzsimmons de la Universidad Queen.
Fotos | NASA, ESA, CSA
En | En 2011, un coleccionista compró un meteorito en Marruecos. Resultó ser una prueba directa del agua térmica en Marte.