

La reciente decisión del Ayuntamiento de París de establecer un límite de velocidad de 50 km/h en la circulación de la circunvalación a lo largo de 35 kilómetros ha generado tanto apoyo como fuertes críticas. Esta medida, que comenzó a regir en octubre de 2024, se implementó dentro de un marco más amplio de políticas diseñadas para combatir la contaminación y mejorar la calidad de vida de los residentes en la ciudad. Sin embargo, un conductor ha anunciado su intención de demandar al consistorio, alegando que su automóvil ahora consume más combustible y enfrenta un mayor riesgo de sobrecalentamiento.
Limitación de velocidad a 50 km/h. La restricción ha provocado un intenso debate entre los automovilistas, quienes han expresado su descontento. La circunvalación de París, un importante vial que ayuda a desviar el tráfico del centro de la ciudad, originalmente permitía velocidades de hasta 90 km/h. Según informes, en 2014 se tomó la decisión de reducir la velocidad máxima a 70 km/h, medida que, aun así, generó discordia entre quienes utilizan esta ruta a diario. Recientemente, se ha limitado a 50 km/h.
Péripérica. Este vial, conocido como Périphérique, fue inaugurado en la década de 1970 y ha sido objeto de continuas adaptaciones. La normativa más reciente busca no solo mejorar la salud de los ciudadanos al reducir la contaminación visual y acústica, sino también fomentar un entorno más sostenible. Sin embargo, ya en 2014, la velocidad se había disminuido a 70 km/h para abordar la creciente preocupación por la calidad del aire y el ruido que afecta a los residentes cercanos.
Controversias a lo largo de una década. A lo largo de estos años, el debate sobre la velocidad máxima de la Périphérique ha sido intenso. Muchos conductores han argumentado que los 70 km/h son excesivos para una vía diseñada en los años 70, un tiempo en el que no se tenía en cuenta el impacto ambiental que genera la contaminación producida por los automóviles. El Ayuntamiento de París ha advertido que las reformas son necesarias para abordar el creciente problema del calentamiento global.
La nueva normativa ha encontrado resistencia de quienes transitan a diario por la vía. «Sentirse restringido a 50 km/h solo genera más frustración, lo que lleva a un aumento de estrés entre los conductores, ya que estos tienden a cambiar de carriles de manera más errática», afirmaron en un artículo de 20 minutos unos meses después de la implementación. Algunos proponen que la velocidad se ajuste en función de las condiciones del tráfico, permitiendo que el flujo vehicular sea más eficiente en horas de poco tránsito.
El problema del ruido. La decisión de limitar la velocidad no fue impulsada únicamente por el deseo de ajustar el tráfico, sino que también se centró en reducir el ruido que afecta a los residentes aledaños. Según un informe de Le Monde, cientos de miles de habitantes resienten el continuo murmullo de los coches. Se estima que más de medio millón de personas se ven afectados por el nivel de ruido generado, y se espera que la restricción de velocidad reduzca el sonido aproximadamente 3 decibelios, teniendo un impacto significativo en el bienestar de los vecinos.
Mejoría en la calidad del aire. Desde el Ayuntamiento de París, así como otros municipios que han adoptado medidas similares, se ha afirmado que la calidad del aire en sus áreas ha mejorado. El análisis señala que, durante el día, la velocidad promedio en la circunvalación es de aproximadamente 37 km/h y durante la noche de 60 km/h, lo que contribuye a una mejora en la calidad del aire hacia la noche.
A pesar de estas mejoras, los efectos sobre las emisiones de contaminantes no son automáticos. Aunque una menor velocidad puede reducir las emisiones de CO2, no necesariamente implica que haya una disminución equivalente de NOx, que depende de la temperatura en la que funcionan los motores.
Una queja legal. «Mi abogado presentará una queja contra el Ayuntamiento esta semana y tengo la intención de atacar a Anne Hidalgo en mi propio nombre.» Estas son las declaraciones de un conductor que, cansado de las restricciones, ha decido tomar la iniciativa legal. Como declarado por L’Amobile, planea demandar al consistorio por la limitación de velocidad.
Según sus cálculos, al circular a menos de 50 km/h le cuesta alrededor de 50 euros más al mes en combustible, aunque destaca que el precio del gas ha reducido en las últimas semanas. Además, argumenta que su vehículo está experimentando más fallos debido al mayor uso de la caja de cambios. «Creo que mi caso sentará un precedente legal, y no soy el único que está exigiendo que la ciudad lo considere. ¡Esto costará mucho!» advirtió.
Mayor consumo anunciado. En su denuncia, este conductor, cuyo nombre ficticio se ha utilizado en los artículos de prensa, sostiene que su transmisión sufrirá un desgaste mayor porque se ve obligado a realizar cambios más frecuentes. Sin embargo, demostrar o cuantificar este desgaste parece complicado.
No obstante, las emisiones y el consumo de combustible son aspectos que pueden ser medidos. Estudios realizados tras la reducción de velocidad en carreteras de Madrid y Barcelona, por ejemplo, confirmaron que los automóviles que circulan a 70 km/h tienen un menor consumo que aquellos a 90 km/h. Carretera mostró que a menor velocidad, el consumo de un vehículo tiende a ser más eficiente.
Las emisiones de CO2 mostraron descensos moderados, mientras que las de NOx, sin embargo, no siguieron el mismo patrón, dado que dependen de la eficiencia operativa de cada motor. Se ha observado que dos autos podrían presentar consumos similares, pero sus emisiones podrían variar significativamente. Esto refleja la complejidad de la relación entre velocidad, consumo y emisiones.
Factores múltiples en juego. La reducción de la velocidad debería, en teoría, disminuir el consumo de combustible. No obstante, críticos de tales medidas han argumentado que la simple imposición de un límite de velocidad no necesariamente tendrá un impacto directo en los consumo de combustible y emisiones. Factores como el flujo de tráfico (menos frenadas y aceleraciones) son igualmente importantes en esta ecuación. Investigaciones apuntan que una conducción más fluida puede contribuir a un reduzca en el consumo. Una opinión compartida por muchos expertos.
El ingeniero de carreteras Alfredo García, en La razón, ha argumentado que este enfoque no contempla detalles cruciales, señalando que puede llegar a suceder que las disminuciones de velocidad en vías específicas puedan incrementar las emisiones debido a comportamientos de conducción como frenadas y aceleraciones frecuentes.
«A 70 km/h, encontramos los umbrales de emisión para vehículos con la normativa Euro 4, por lo que es probable que la movilidad sea más eficiente y se castigue a los automóviles más modernos», argumentó.
Imposible establecer cuantías concretas. La combinación de factores que influyen (incluyendo el estilo de conducción y las características específicas de cada vehículo) dificulta quantificar el impacto que esta medida podría tener en las emisiones de un automóvil particular.
En un estudio realizado por KM77 sobre un Volkswagen Golf, hallaron que el auto consumía menos combustible a velocidades de alrededor de 40-60 km/h en comparación con cada aumento de velocidad. Esto sugiere que, en Estados de velocidad constante en la que se superan estos umbrales, el consumo puede ser mayor. Este tipo de estudio revela patrones interesantes respecto a la eficiencia del combustible en función del tipo de conducción y las velocidades respectivas.
A pesar de que el ruido producido por el tráfico incrementa de forma exponencial a medida que los automóviles aceleran, las emisiones y el consumo de combustibles en el rango de 40 a 60 km/h también muestran variaciones que dependen de cada vehículo y sus condiciones de funcionamiento.
Fotografía | Anthony Delanoix y Kathy
En | La idea de limitar las circulares a 110 km/h en lugar de 120 km/h se presenta como una buena opción para lograr un ahorro de gasolina, aunque muchos argumentan que solo es una solución temporal.