

Cuando se trataba de la adquisición de un Tesla, había un tiempo en el que esto parecía una excelente oportunidad de inversión, especialmente entre los jóvenes entusiastas de la tecnología. El año 2022 fue particularmente notable, ya que la demanda de vehículos eléctricos como Tesla superó con creces la oferta disponible. En este contexto, algunos compradores estaban dispuestos a desembolsar más dinero por un Tesla usado en comparación con el precio que ofrecía la empresa para un nuevo vehículo, eludiendo así la larga espera de varios meses para recibir su automóvil. Esta situación reflejaba la creciente popularidad de los vehículos eléctricos y el deseo de ser parte de esta revolución automotriz.
Sin embargo, este fenómeno no era exclusivo de los jóvenes en un primer momento; de hecho, se volvió evidente en varias regiones, comenzando por los Estados Unidos y expandiéndose a países como España. Es interesante reflexionar sobre cómo, en ese momento, la compañía Tesla se enfrentaba a lo que algunos describieron como ventas dolorosas, donde muchos se preguntaban si esta situación era pasajera o si marcaba una tendencia a largo plazo, especialmente en mercados más conservadores en cuanto a vehículos eléctricos, como es el caso de Alemania.
A pesar de este panorama positivo para algunos, la realidad es que, en general, la compra de un automóvil eléctrico solo puede ser considerada una buena inversión si planeas mantenerlo durante varios años. Si bien adquirir un vehículo eléctrico puede parecer atractiva, cambiarlo cada tres o cuatro años podría traducirse en una mala decisión financiera. En términos generales, y a menos que las circunstancias sean extraordinarias, los vehículos eléctricos tienden a depreciarse más rápidamente que sus homólogos de combustión interna.
Un coche durante muchos años
Si estás considerando la posibilidad de obtener un vehículo eléctrico, deberías evaluar dos enfoques particularmente interesantes. El primero es el alquiler, que, aunque a menudo puede resultar más costoso que pagar una cuota mensual de un préstamo, es una opción razonable si no estás seguro de que un vehículo eléctrico sea adecuado para ti y prefieres evitar compromisos a largo plazo.
La segunda alternativa consiste en comprar un automóvil eléctrico y mantenerlo el mayor tiempo posible. Si el vehículo no presenta problemas, esta es la mejor manera de ahorrar dinero. A medida que recorres más kilómetros, el coste de la energía para recargar el vehículo en casa puede ser significativamente más bajo que el coste del combustible relativamente alto de un automóvil de combustible fósil, especialmente si tu uso es mayormente urbano.
Uno de los aspectos a considerar es que, a diferencia de los vehículos convencionales, el mantenimiento de un automóvil eléctrico es considerablemente menor. Debido a la ausencia de piezas móviles complejas, no tendrás que preocuparte por cambios de aceite, filtros y otros costos de mantenimiento típicos asociados a los automóviles de combustión. Un taxista, por ejemplo, podría confirmar que el ahorro es considerable a lo largo del tiempo.
No obstante, si estás pensando en cambiar de vehículo o actualizar tu tecnología cada pocos años, ten en cuenta que, según el portal ISEECARS, los automóviles eléctricos son los que más se devalúan. De acuerdo con sus análisis, un vehículo eléctrico pierde alrededor del 58.8% de su valor tras cinco años de uso.
Estas cifras contrastan notablemente con las de otros vehículos. Mientras que un híbrido pierde un 40.7% y un vehículo convencional pierde, en promedio, un 45.6%, estos datos provienen de un análisis de ventas de aproximadamente 800,000 coches vendidos entre marzo de 2024 y febrero de 2025.
Si nos fijamos en vehículos específicos, el automóvil que más ha sufrido una depreciación en los últimos cinco años es el Jaguar I-Pace, alcanzando una pérdida del 72.2%. Le siguen el modelo BMW 7, que ha perdido el 67.1%, y el Tesla Model S, con el 65.2%. Otros vehículos que se devalúan considerablemente son el Nissan Leaf y el Tesla Model X, junto con varios automóviles de lujo.
Tiene mucho sentido
Aunque estas estadísticas pueden sonar desalentadoras a primera vista, la elevada tasa de depreciación de los automóviles eléctricos también puede ser ventajosa. De hecho, la situación ha mejorado en comparación con años anteriores.
El portal ISEECARS informa que en 2023 se observó una depreciación menor en comparación con hace cinco años, cuando los precios de los automóviles de segunda mano aumentaron notablemente debido a la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 y el consiguiente desabastecimiento de la cadena de suministro. Sin embargo, a pesar de la alta depreciación, sigue siendo preocupante para los compradores potenciales.
En 2019, la depreciación alcanzó su punto máximo, con un 67.1%, lo que podría indicar que hay más compradores dispuestos a considerar la adquisición de vehículos de segunda mano. Esta tendencia sugiere que la confianza en la tecnología de las baterías eléctricas está en aumento y que cada vez más personas ven en estos automóviles una opción viable.
Es importante destacar que, aunque puede que la compra de un segundo automóvil eléctrico no sea muy diferente en comparación a adquirir un vehículo de combustión, aquellos que nunca han pilotado un eléctrico pueden considerar más atractivo dar el salto al seleccionar un segundo automóvil.
Además, los avances tecnológicos rápidos en el sector están motivando a los nuevos competidores a ofrecer precios más competitivos en comparación con los automóviles tradicionales. Las expectativas de nuevas baterías y soluciones de carga más rápidas son aspectos que hacen que los compradores potenciales decidan esperar un poco más por modelos mejorados.
Estos autos, al ser comprados, tienden a ser más depreciativos debido a la acelerada evolución del mercado, donde un nuevo modelo de combustión emitida se traslada más rápidamente a un automóvil utilizado. Normalmente, un vehículo antiguo queda obsoleto a un ritmo mayor debido a la rápida mejora de la tecnología. Este fenómeno es observable en todos los mercados hasta que la tecnología alcanza una fase de madurez.
Foto | Haveredas
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