Las hormonas son compuestos bioquímicos que actúan como mensajeros en nuestro organismo, jugando un papel crucial en una variedad de procesos fisiológicos esenciales, incluyendo la regulación de la ingesta de alimentos y la digestión. Dentro de este marco hormonal, existen varias sustancias que se encargan de influir sobre el apetito y la sensación de saciedad, claves para mantener un equilibrio nutricional adecuado.
Historia evolutiva Un reciente estudio ha investigado la historia evolutiva de la bombesina, una hormona capaz de enviar señales de saciedad al cerebro. Investigaciones anteriores ya habían demostrado la existencia de esta hormona en diversos tipos de vertebrados, y recientemente se ha confirmado que su función también se extiende a los humanos. El estudio ha logrado identificar los genes que codifican esta hormona en especies que son evolutivamente distantes, incluyendo estrellas de mar.
Descubrimiento de bombesina La bombesina fue identificada por primera vez en 1971, no en seres humanos, sino en un anfibio conocido como la rana de vientre de fuego (Bombina bombina). Esta pequeña cadena de péptidos tiene similitudes con otros compuestos que nuestros cuerpos utilizan para transmitir señales relacionadas con la saciedad, como el glucagón, el péptido inhibidor gástrico (GIP) y el péptido similar al glucagón-1 (GLP-1).
Estudios realizados han demostrado que la bombesina provoca una sensación de saciedad en los sujetos, lo que resulta en una disminución en la cantidad de alimentos consumidos a lo largo del tiempo. Estos hallazgos han generado interés en la comunidad científica, dado su potencial para influir en el comportamiento alimentario de los humanos.
Un desafío científico En el desarrollo de la investigación, el equipo que publicó los resultados comenzó a explorar los genomas de diferentes invertebrados para identificar los genes capaces de codificar hormonas similares a la bombesina. Este esfuerzo dio frutos, ya que se encontraron genes relacionados en varios equinodermos, incluyendo las estrellas de mar comunes (Asterias rubens), así como en erizos de mar y pepinos de mar.
«Fue como buscar una aguja en un pajar», explicó Maurice Elphick, coautor del estudio, en un comunicado de prensa explicando la complejidad de su tarea. «Sin embargo, logramos descubrir los genes responsables de codificar una neurohormona que tiene similitudes notables con las de las estrellas de mar y sus parientes».
Investigación sobre ARBN Posteriormente, el equipo investigó la función de esta hormona, a la que denominaron ARBN. Utilizando espectrometría de masas, lograron determinar la estructura molecular de la hormona, lo que les permitió sintetizarla y realizar pruebas. Descubrieron que esta hormona tenía un impacto significativo en los procesos digestivos de las estrellas de mar.
«Al introducir ARBN, observé cómo causaba contracciones en el estómago de las estrellas de mar», indicó Weiling Huang, coautora del estudio. «Esto sugiere que ARBN podría jugar un papel importante en la estimulación de la actividad digestiva cuando estos animales se detienen a alimentarse. De hecho, cuando administré ARBN a las estrellas de mar, el estómago se contraía y, lo más interesante, ARBN pudo retrasar el inicio de la alimentación, ya que las estrellas inyectadas con la hormona mostraron menos apetito».
Los hallazgos de esta investigación se publicaron en un artículo en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) detallando los aspectos y resultados del estudio.
Implicaciones históricas Este estudio proporciona nueva evidencia sobre la evolución de nuestros sistemas digestivos y las herramientas hormonales que regulan sus procesos internos. Los hallazgos pueden retroceder hasta hace 500 millones de años, en un tiempo cuando nuestros ancestros comunes con organismos marinos habitaban la Tierra.
El estudio también tiene implicaciones significativas para la industria farmacéutica. En los últimos años, se han desarrollado varios tratamientos basados en análogos hormonales como GLP-1 o GIP. Compuestos como la Semaglutida (comercialmente conocida como Ozempic) o Tirzepatida surgieron como terapias para la diabetes, no obstante, han demostrado ser efectivos también para la pérdida de peso.
Estos compuestos imitan las hormonas que el cuerpo libera durante la digestión, comunicándose con órganos como el páncreas para indicar que el proceso digestivo está en marcha y, al mismo tiempo, transmiten la señal de que el apetito ha sido saciado. Conforme se avanza en la investigación, compuestos como la bombesina, ARBN y otros análogos hormonales también podrían desempeñar un papel en el desarrollo de nuevas terapias para el control del peso y la regulación del apetito.
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Imagen | Hans Hillewaert bajo CC BY-SA 4.0