


Tzanino, Sudáfrica. – Embeli Nanhlanla se ajusta sus botas plateadas mientras su entrenador grita a su lado, respirando con dificultad. En el vestuario del norte de Sudáfrica, las rodillas de la abuela, cansadas pero decididas, la acompañan en este escenario. La atmósfera es tensa y cargada de emoción mientras escucha el estruendo de otros jugadores y la respiración entrecortada de su equipo.
A los 63 años, esta abuela ha hecho su debut en un torneo internacional de fútbol, luciendo una camiseta de su equipo y con su cabello castaño que brilla con toda su energía juvenil. Es la imagen que derriba los estereotipos sobre las futbolistas, una verdadera revolución en el campo de juego.
«Creo que soy una superestrella»
Con una sonrisa, Nanhlanla muestra su diente falso y exclama: «Me siento como una superestrella». Su equipo, proveniente de los suburbios de Wuka Soveto, un área simbólica localizada en las afueras de Johannesburgo, es el testimonio del poder del deporte para unir a las personas. «Me llaman un objetivo de los objetivos», añade, reflejando la alegría de participar.
Esta semana ha sido especial, ya que más de una docena de equipos de diversas naciones africanas y de otros continentes se reunieron en Sudáfrica para competir en el torneo internacional de fútbol de Abuelas, que se lleva a cabo en la provincia de Limpopo.
La ‘Copa Mundial de la Abuela’, un evento de cuatro días, ha tenido lugar en un estadio situado entre majestuosas montañas. Los partidos, de 30 minutos de duración, se han disputado en un ambiente festivo, involucrando a equipos de lugares tan lejanos como Estados Unidos, Francia y Togo.
Devika Ramesar, una mujer de 62 años con dos hijos y cinco nietos, resalta la importancia de este evento: «Se trata de un envejecimiento activo. Ganar o perder no es lo principal, lo que cuenta es la experiencia de estar aquí y mantenerse en forma». Hasta ahora, muchos de estos entusiastas del fútbol nunca habían pisado un campo de juego antes.
Edna Cheruot, de Kenia, había apenas tenido dos meses para aprender las «extensas reglas del fútbol» antes de anotar su único gol durante el torneo. Su primer viaje internacional fue una experiencia significativa, creando memorias para compartir con sus nietos.
«Es hora de disfrutar»
Edna, quien se cubre el cabello gris con un pañuelo azul, dice: «Creo que soy ágil, no he estado en buena forma desde que di a luz a mi primer hijo en 1987». De 52 años, ella es una de las jugadoras más experimentadas del equipo, cuyo miembro de más edad, Elizabeth, está celebrando 87 años de vida. La fundadora del evento, Rebecca Entsanvisi, de 57 años, conocida cariñosamente como Mama Beka, explicó que la idea del torneo nació en 2007, su propósito era mejorar la salud y bienestar de las mujeres mayores en su comunidad, impulsada por su propia lucha contra el cáncer.
«Las mujeres mayores deben reunirse y disfrutar de la vida. No somos indiferentes a lo que nos rodea», dice mientras reflexiona sobre los desafíos que ha enfrentado, viviendo con sus padres mayores. La visión es expandir el torneo y llevarlo a Kenia en 2027, un lugar donde aproximadamente el 40% de los niños viven con sus abuelos, según estadísticas del gobierno, lo que resalta la importancia de esta iniciativa.
Aunque la pobreza puede ser un obstáculo significativo, estas abuelas están decididas a disfrutar del momento y no dejar que la carga de crianza recae únicamente sobre ellas. «Es nuestro momento para relajarnos y disfrutar», enfatiza. «Quiero morir sabiendo que he hecho algo importante».
Chris Matson, de 67 años, viajó desde Estados Unidos emocionado para «disfrutar cada segundo del torneo». Refleja su alegría al comentar: «No jugué cuando era más joven, así que es magnífico hacerlo ahora». Además, el porrista del equipo New England Breakers, quien fue galardonado con el Golden Glove, sostiene que ha encontrado algo precioso que llevar de regreso a casa: su primer trofeo.
Los médicos ganan salarios
Los médicos presentes durante el torneo estaban allí no solo para obrar como apoyo, sino también para comprobar el bienestar físico de los jugadores. La incomodidad y el dolor de algunos fueron motivo de intervenciones constantes. Diana Mavila, parte del equipo local, recibió atención particular cuando algunos miembros de su equipo, conocidos como Wakhegula Wakhegula, enfrentaron presiones de hipertensión antes de los partidos.
Wakhegula Wakhegula significa ‘abuela abuela’ y el equipo masculino nacional también tiene su apodo, Buffana Buffana o «Chicos» en el idioma local Tonga. Pero a pesar de las preocupaciones de salud, las jugadoras se mostraron alegres, a menudo contestando las advertencias del doctor con sonrisas y frases como «¡Estamos en forma!»
“No se trata de ganar o perder. Lo más importante es que nos presentamos, disfrutamos y damos lo mejor de nosotras”, sostiene una de las jugadoras. Por su parte, Nanhlanla tiene ambiciones aún más grandes. «Nunca es demasiado tarde para perseguir nuestros sueños de infancia. Ya nada puede detenerme», concluye mientras se prepara para enfrentarse al equipo de Francia.
En una atmósfera donde el profesionalismo se encuentra con la camaradería, el público, que había viajado hasta Uz Tellas, estalla en aplausos y gratitud mientras los equipos entran al estadio para escuchar los himnos nacionales. ¡Que comience el espectáculo!