
El sábado pasado, Jack Dorsey, cofundador de Twitter (actualmente conocido como X) y fundador de Square (ahora Block), publicó un mensaje en X que encapsulaba una idea provocativa: «Eliminar todas las leyes sobre la propiedad intelectual». Esta declaración no pasó desapercibida, ya que Elon Musk, conocido por su influencia en el ámbito tecnológico, reaccionó rápidamente con un «estoy de acuerdo». La publicación de Dorsey ha abierto un debate enérgico sobre el estado actual de las leyes de propiedad intelectual y su relevancia, especialmente en el contexto del crecimiento y la regulación de la inteligencia artificial (IA).
Derechos de autor. La sugerencia hecha por Jack Dorsey representa un movimiento más amplio que ha ido ganando fuerza. En los Estados Unidos, varias empresas y figuras influyentes dentro del sector tecnológico están pidiendo que se reconsideren o incluso se deroguen las leyes relacionadas con la propiedad intelectual. Esta postura podría beneficiar enormemente a aquellas organizaciones que han estado utilizando contenido protegido por derechos de autor para entrenar modelos de inteligencia artificial, desdibujando las líneas entre la creatividad original y la reutilización de obras existentes.
Demandas en todas partes. El momento en el que Dorsey emitió su declaración no fue casual, ya que se registran múltiples demandas contra empresas de IA por presunta infracción de derechos de autor. La raíz de estos litigios suele ser la misma: se acusa a estas compañías de utilizar obras protegidas para entrenar sus modelos sin el debido permiso. Esta situación genera un dilema difícil entre la creatividad y el respeto por los derechos de quienes crean contenido original.
«Uso justo». Una de las mayores controversias en torno a esta problemática se centra en el concepto de «uso justo». Por ejemplo, una plataforma que ha descargado más de 80 libros, algunos de ellos bajo la protección de derechos de autor, se encuentra actualmente en medio de una batalla legal argumentando que el uso de estos textos para desarrollar su modelo de IA califica como «uso justo». Los abogados de la compañía han asegurado que su práctica no infringe las leyes de propiedad intelectual.
OpenAI pide cambios radicales. Sam Altman ha liderado la carga en pro de una revisión de las leyes actuales, argumentando que necesitan ser adaptadas para permitir a las empresas de inteligencia artificial utilizar materiales protegidos sin miedo a represalias legales. En una propuesta discutida recientemente, OpenAI solicitó la eliminación de las leyes de derechos de autor en Estados Unidos con la intención de «preservar la capacidad de los modelos estadounidenses para aprender de los materiales con derechos de autor». Este sentimiento de Dorsey y Musk se alinea perfectamente con esta misión.
Y Google también se enfrenta a desafíos legales. Google, una de las gigantes tecnológicas más reconocidas, no ha estado exenta de controversias. La compañía ha sido denunciada por supuestamente utilizar contenido protegido por derechos de autor al desarrollar sus propios modelos de IA. En una declaración emitida en marzo del año pasado, Google expresó la necesidad de «reglas de derechos de autor equilibradas», pidiendo que se reconozcan excepciones como el «uso justo» y el uso de «texto y datos» en sus operaciones.
La justicia aún no ha respondido adecuadamente. A pesar del aumento de demandas por infracción de derechos de autor en el sector de la IA desde el lanzamiento de ChatGPT, la respuesta legal ha sido débil. Hasta el momento, las decisiones judiciales han sido limitadas y, en muchos casos, han resultado ser pequeñas victorias para las empresas de IA, lo que ha generado preocupación entre los creadores de contenido que sienten que sus derechos están siendo vulnerados.
El ciclo continúa. La situación actual contribuye a una sensación de caos legal para las empresas de IA, ya que no hay consecuencias significativas para aquellas que eligen negociar acuerdos con editoriales o plataformas de contenido. Mientras tanto, los efectos de estas infracciones son palpables: artistas de diversas disciplinas observan cómo sus obras son utilizadas sin consentimiento, y sin recibir compensación, lo que alimenta un creciente descontento en la comunidad creativa.
En | 5,000 «tokens» de mi blog son empleados para entrenar una IA. No di mi permiso