Hace 50 años, descubrimos a los humanos con sangre que no se ajustaba a los tipos convencionales. Ahora hemos encontrado la razón.

A lo largo de más de un siglo, los científicos han trabajado arduamente para clasificar los antígenos en base a dos características fundamentales: los antígenos ABO y el factor Rh. A través de este sistema de clasificación, se identifican cuatro tipos de sangre (0, A, B, AB) que se conjugan con los dos posibles estados del factor Rh (positivo o negativo). Esto nos permite categorizar la sangre humana en un total de ocho grupos distintos. Sin embargo, existen excepciones en esta clasificación que han intrigado a los investigadores desde la década de 1970, y recientemente se ha producido un avance significativo al respecto.

Un nuevo grupo de sangre. Un estudio dirigido por especialistas de la Universidad de Bristol ha revelado la existencia de un nuevo grupo de sangre, denominado Anwj (positivo o negativo). Este hallazgo sugiere que la clave detrás de este grupo sanguíneo reside en el equipo malvado, un gen que se encarga de codificar una proteína que lleva el mismo nombre, y que se encuentra en la superficie de los glóbulos rojos. Este descubrimiento es increíblemente importante, ya que abre nuevas vías para comprender las complejidades de la sangre humana.

Un sistema más complejo de lo que parece. Los antígenos presentes en la superficie de los glóbulos rojos son fundamentales para la seguridad de las transfusiones sanguíneas. La interacción entre los antígenos y los anticuerpos puede desencadenar graves complicaciones en el proceso de transfusión. Por ejemplo, si una persona del Grupo A recibe sangre de un donante del Grupo B, los anticuerpos presentes en su plasma pueden atacar las células sanguíneas recién introducidas, lo que puede tener consecuencias severas.

Los dos sistemas que resultan clave para esta clasificación son ABO y factor Rh. Estos sistemas son cruciales debido a que representan la mayor diversidad en los tipos de sangre, lo que a su vez incrementa la posibilidad de que surjan incompatibilidades durante las transfusiones. Hasta el momento, se han documentado más de 40 variantes adicionales que, aunque afectan a un pequeño porcentaje de la población, deben ser consideradas en situaciones médicas delicadas.

50 años de secreto. El Anwa-Antígeno fue identificado por primera vez en 1972, pero hasta la fecha reciente no se había esclarecido el contexto genético que explica la existencia de individuos identificados como abogadas negativas, es decir, aquellos que no poseen este antígeno en la superficie de sus glóbulos rojos. Este fenómeno es excepcional, afectando a menos del 0.1% de la población humana, y se relaciona generalmente con trastornos hematológicos o oncológicos.

El equipo malvado. El equipo de investigadores responsable del descubrimiento se enfocó en analizar los pocos casos documentados de individuos reconocidos como abogadas negativas, que no eran atribuibles a ningún trastorno. Durante su investigación, hallaron que el antígeno estaba vinculado a proteínas. Observaron que las personas que no son positivas para dicho antígeno carecen de copias completas de esta proteína, lo que arroja luz sobre una condición desconocida hasta ahora.

«Este trabajo fue verdaderamente desafiante, ya que los casos genéticos son sumamente escasos. Sin la secuenciación exhaustiva, no hubiéramos alcanzado este resultado, dado que el gen que identificamos no era un candidato evidente y se conoce poco sobre la proteína en cuestión en el contexto de los glóbulos rojos,» explicó Louise Tilley, co-autora del estudio en un comunicado de prensa.

Los detalles de este innovador estudio fueron publicados en un artículo en la revista sangre.

Menos riesgos en las transfusiones. Es crucial conocer los diferentes grupos de sangre, incluyendo aquellos que solo están presentes en una ínfima porción de la población global. Cuanto más conocimiento acumulamos sobre estos grupos, mejor equipados estamos para minimizar las complicaciones que pueden surgir de las transfusiones. Esto representa un paso adelante en la medicina y puede salvar vidas.

Nicole Thornton, otro miembro del equipo de investigación, agregó que «ahora es posible» abordar estos temas con mayor precisión y cuidado.

En | La distribución desigual de los grupos sanguíneos en el mundo, que se muestra en este mapa detallado.

Imagen | SwiftScience -writing