Un tanque artesanal que destruyó medio ciudad

Engañar a la administración pública puede resultar un proceso muy tedioso y complicado, lleno de documentos, largos plazos de espera y procedimientos que en muchas ocasiones podrían realizarse en línea a través de unos pocos clics. Sin embargo, la realidad es que todos estos pasos deben ser realizados en persona, lo que puede generar un gran nivel de frustración. Como el bien dice Podemos frustrarnos y sentir enojo. El proceso puede ser tan agotador que es como si tuviéramos un expediente sobre nuestros hombros, haciéndonos sentir como si estuviéramos atrapados en una especie de excavadora libre, a la espera de que los edificios públicos comprendan nuestra situación y tomen cartas en el asunto, algo que, por lo general, nunca ocurre.

Este relato se asemeja a la historia de un hombre llamado Marvin Heemeyer, quien en 2004 tomó una drástica decisión en la ciudad de Granby, Colorado.

Marvin Heemeyer era un hombre de 52 años, veterano de las fuerzas aéreas de Estados Unidos y trabajador como soldador. Sin embargo, todo este drama comenzó mucho antes, en 1992, cuando Heemeyer compró un terreno con la intención de alquilarlo a un amigo que deseaba abrir un taller de reparación. Este terreno había sido propiedad de la familia Dokcheff, quienes parecían no estar muy complacidos con la decisión de Marvin de adquirirlo en la subasta.

El costo del terreno fue de 42,000 dólares estadounidenses, un precio que parecía razonable a primera vista, pero que escondía muchos problemas, incluyendo la falta de un sistema adecuado para el manejo de aguas residuales. El Ayuntamiento le informó a Marvin que debía solucionar este inconveniente, ya sea conectándose al sistema de alcantarillado, lo cual le costaría otros 42,000 dólares, o bien utilizando un pozo séptico. Decidió rechazar ambas opciones, lo que desilusionó a su amigo que había planeado alquilar el lugar. Al final, Marvin optó por abrir un taller de reparación de silenciadores en el terreno.

Conflictos y venganza. La familia Dokcheff no olvidó fácilmente la subasta de 1992, y en 1997 decidieron actuar. ¿Cómo? Comprando terrenos aledaños al de Marvin para establecer un sistema de cemento. Inicialmente, Marvin también estaba interesado en adquirir esos terrenos, pero comenzaron las negociaciones con precios exorbitantes que llegaron hasta los 450,000 dólares. A pesar de que no se llegó a un acuerdo, los Dokcheff continuaron su plan de construcción.

User Heemeyer tomó acciones en contra de este nuevo proyecto, argumentando que sería un ataque ecológico. Sin embargo, su apoyo se esfumó rápidamente, en especial después de que un periódico local expusiera que sus razones parecían estar más centradas en una venganza personal que en una preocupación genuina por el medio ambiente.

Defensa y denuncia. En el año 2000, Marvin decidió presentar una demanda para bloquearla. Argumentó que la construcción afectaría el acceso a su negocio. Sin embargo, a pesar de la argumentación, los funcionarios locales apoyaron la construcción de manera unánime. Heemeyer se vio ignorado, y cuando elevó este caso a la Autoridad de Protección Ambiental, también se desestimó.

En 2001, aunque Marvin fue ofertado por los Dokcheff para solucionar su problema de alcantarillado, pero a cambio de que él retirara la demanda, él se negó. El tanque que utilizaba para la recolección de aguas residuales se llenó y su respuesta fue vaciar los desechos en un terreno vecino.

Un ultimátum sin respuesta. También se vio envuelto en problemas legales al intentar cambiar ilegalmente la disposición de los desechos, lo cual resultó en una multa de 2,500 dólares, que hoy equivaldría a aproximadamente 4,400 dólares. La ciudad estaba cansada de las acciones de Marvin y le lanzó un ultimátum: debía solucionar sus problemas de infraestructura o no podría usar su propiedad para fines comerciales.

La excavadora en cuestión

El nacimiento del «Killdozer». Marvin, sintiéndose objeto de burlas por parte de la ciudad y al ver que la administración lo ignoraba, tomó una decisión irreversible. En octubre de 2002 anunció el cierre de su negocio. Vendió todos sus activos, desde materiales hasta su terreno, y especialmente su excavadora Komatsu D344a. A pesar de poner a la venta la excavadora por 400,000 dólares, había algo que lo mantuvo fiel a su plan: la excavadora.

Un llamado divino. Marvin vio esto como una señal de Dios, una invitación a llevar a cabo lo que él consideraba su venganza contra la comunidad. Se pasó meses trabajando en su excavadora. No se ocultó en absoluto y hablaba abiertamente acerca de sus planes para usarla de manera destructiva. Sin embargo, nadie le prestó la atención que sus advertencias merecían. La máquina, a la que llamarían ‘Killdozer‘ y que él mismo apodó «Armor de Komatsu de Marv», fue transformada para representar su furia.

Heemeyer blindó con múltiples capas de acero, concreto y además cubrió el motor, cabina y el sistema de oruga, haciéndola prácticamente impenetrable. Además, añadió cámaras protegidas por plástico grueso y equipó la excavadora con tres boquillas armas que dispararían desde el exterior.

Y el ‘killdozer’

El ataque de 133 minutos. Marvin Heemeyer finalmente tomó acción y comenzó su venganza el 4 de junio de 2004, empezando su ataque en la planta de cemento propiedad de Cody Dokcheff. Desde el inicio, pensó que su vehículo era controlado a distancia y comenzó a disparar. Sin embargo, la policía intentó detenerlo disparando contra la excavadora sin obtener resultados. La situación se volvió escalofriante, con videos inquietantes del ataque circulando tras el evento.

Destrucción. El ‘Killdozer’ desató el caos y derribó varios edificios, incluyendo la planta de cemento, coches en la calle, y otros edificios del Ayuntamiento, así como la estación de policía y varios otros negocios. La lista de objetivos de Heemeyer incluía propiedades de aquellos que habían estado en desacuerdo con él, señalando un ataque no solo de venganza sino de marcar un ejemplo.

«Dios me envió». En más de dos horas, la policía no pudo detener su avance mientras él proclamaba que estaba llevando a cabo la voluntad de Dios. Durante los momentos previos al ataque, había mencionado a su hermano que no podía creer que nadie lo hubiera detenido al modificar su excavadora. Afirmó que su misión de vida era este ataque y que todo era parte del plan divino hacia la ciudad de Granby.

Durante su ataque, Marvin explicó que para avanzar en la vida era fundamental unirse y contribuir en la comunidad, señalando cómo había sido menospreciado y cómo la gente a su alrededor sólo hablaba mal de sus vecinos. Se mostró consciente de que su acción tenía un desenlace inevitable y tragicómico.

Un costo de siete millones. Tras causar daños en numerosos edificios, Heemeyer se encontró atrapado en su excavarora contra una ferretería, sin ninguna salida. A pesar de sus acciones, no se registraron muertes, aunque estuvo muy cerca de causar una gran tragedia. Finalmente, tras haber cumplido lo que se propuso, tomó su vida disparándose en la cabeza mientras estaba dentro de su vehículo.

7 millones de daños. La reacción en la ciudad fue intensa y el daño material se estimó en alrededor de siete millones de dólares. Pese a la devastación, algunas voces argumentaron que Heemeyer había optado deliberadamente por no matar a nadie, convirtiéndolo en una especie de mártir que, según sus defensores, realizó un acto de desobediencia civil en contra de una administración corrupta.

Para que la excavadora no convirtiera en un punto de atracción, la ciudad decidió desmantelarla en abril de 2005 y vender sus partes como chatarra. Si piensas que esto podría ser un guion de película, tienes razón. Existe una película titulada ‘Tread‘, aunque desafortunadamente no está disponible en España, a pesar de su excelente calificación.

Fotos | Michael Thomson

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