Trenes eléctricos, llamadas por video y robots aspiradores

La civilización del futuro siempre ha sido un tema fascinante en la narrativa humana. En el séptimo y octavo decenios del siglo pasado, películas como «Blade Runner» y «Robocop» capturaron nuestra imaginación con visiones de un futuro poblado por ciborgs y automóviles voladores. Hoy, aunque estamos más cerca de crear personas «mejoradas» y de cumplir con la promesa de los vehículos voladores, un aspecto que nunca se anticipó fue la revolución digital que trajo Internet.

Este fenómeno puede ser entendido mejor visibilizando un futuro que es una extensión de nuestro presente, o que tiene como objetivo resolver problemas específicos de su época. Por ejemplo, si alguien de los años 70 hubiera imaginado automóviles voladores para un futuro cercano, hubieran estado apuntando a un avance basado en su perspectiva contemporánea. Un fenómeno similar se presentó en Francia a finales del siglo XIX. Tiry Armand Gervais comisionó a Jean-Marc Côté y otros artistas para que ilustraran una serie de cartas en la exposición de París desde el siglo XX.

Estos ilustradores tenían la tarea de concebir cómo sería la vida en el año 2000. Los resultados son intrigantes porque revelan tanto las inquietudes que marcaron su tiempo como las limitaciones de sus visiones sobre el futuro. Algunos de los diseños se acercaron a la realidad, mientras que otros permanecieron completamente alejados de lo que hemos vivido. Sin embargo, son interesantes porque nos permiten entender el razonamiento de esa época así como las soluciones que imaginaban para los problemas cotidianos que enfrentaban.

En ciertos aspectos, los artistas no pudieron prever la invención de elementos clave como las computadoras, lo que llevó a que muchos de sus diseños estuvieran influenciados por la tecnología y la moda de su tiempo. A pesar de ello, son un gran legado de lo que se conoce como el Paleofuturo.

Movilidad y … un tren eléctrico

A fines del siglo XIX, los automóviles fueron mucho más que una curiosidad. La industria automotriz sufrió su primer auge con la producción en masa, liderada por Henry Ford y el icónico Ford T. Sin embargo, a los artistas franceses parecían poco interesados en esta nueva tecnología.

Ellos soñaban con autobuses impulsados por agua y aire. En ese tiempo, los vuelos comerciales eran solo una fantasía (los hermanos Wright no realizarían su primer vuelo motorizado hasta 1903, y los aviones de pasajeros eran inimaginables). Lo que más tenían en mente eran las aeronaves y los barcos.

Su imaginación los llevó a crear un bote con enormes bolsas que navegaba tanto por el aire como por el mar, junto a un autobús submarino. La vida bajo el agua los fascinaba, y parece que ya imaginaban la posibilidad de experiencias subacuáticas increíbles.

El tren eléctrico que conectaba París con Pekín era especialmente intrigante, aunque en la realidad habría que recorrer más de 8,000 kilómetros en línea recta. En lugar de bicicletas, proponían un sistema magnetizado similar al que hoy conocemos como trenes de levitación magnética, sumando también conceptos que se asemejan a los scooters eléctricos y patinetas que existen en la actualidad.

Sistemas de Mensajería: Notas de Audio y Video

En cuanto a la comunicación, no lograron concebir dispositivos como teléfonos inteligentes, pero sí imaginaron la posibilidad de usar teléfonos que recordaban al trabajo del director de fotografía Hermanos Lumière, inventos como el fonógrafo y el gramófono, cuya combinación resultó mágica en sus cartas futuristas.

Los diseños muestran a una persona que escucha un mensaje a través de un gramófono, algo similar a las notas de voz actuales, aunque con una entrega mucho menos instantánea. Esta imagen representa también lo que parece ser una proyección del rostro de una persona en una pantalla, a su vez conectada a un gramófono. Es peculiar que todo este proceso necesite un operador que controle las máquinas.

Tareas Pesadas Controladas a Distancia

Dos de los sectores que aún requerían trabajo manual eran la agricultura y el campo. A pesar de los avances actuales, estas labores siguen siendo muy físicas. Por ende, es comprensible que artistas de 1899 imaginaran un futuro donde todo estuviera automatizado.

La representación de un cosechador controlado a distancia no era descabellada. Se parecen a nuestras máquinas modernas, aunque aquellos tampoco podían haber previsto un cortador controlado por GPS como el Segway Navimow. No obstante, lograron concebir un sistema con brazos robóticos que colocan ladrillos o cincelan fachadas de edificios.

Robots Cotidianos: El Roomba y el Robopeluquero

No solo los albañiles estaban en su mente; también imaginaron otras innovaciones. Por ejemplo, un robopeluquero o un robobarbero, algo que aún no hemos visto, aunque existen maquinillas de afeitar automatizadas. Es curioso que lograran visionar el aspirador robot mucho antes de su invención. También tenían en mente un asistente robótico conectado, un artefacto que se asemeja a lo que hoy consideraríamos un dispositivo de control remoto.

Esta máquina parece tener un pincel y una almohadilla para recoger el polvo, pero su diseño no incluye un control remoto muy sofisticado. Sin embargo, la invención que realmente destaca es la que toma medidas para realizar prendas y transferir esa información a una máquina que simula la prenda terminada. Esto se asemeja a una versión primitiva de una impresora 3D.

Visiones Extrañas y Peculiares

Las cartas están llenas de imaginación, generando preguntas sobre su viabilidad. Por ejemplo, presentan a un grupo de personas jugando bajo el agua, algo que parece impracticable dado el contexto. También contemplan un vehículo volador que distribuye envíos de correo en áreas rurales; este concepto se asemeja a los drones que hoy utilizamos.

Otras imágenes son más difíciles de clasificar. Una muestra una máquina que «procesa» libros que un maestro selecciona para que los estudiantes los conozcan. No está claro si esta innovadora máquina se asemejaría más a unos auriculares para escuchar audiolibros, o si sería como un dispositivo de Matrix que alimentaría a los estudiantes con conocimiento directamente en sus mentes. Por último, imaginan un café submarino con un techo y escafandras, lo que genera aún más preguntas sobre su existencia real.

A pesar de las ideas poco afortunadas en la visión del futuro, Gervais comenzó a producir unas cartas en 1899, aunque falleció durante el proceso. El proyecto quedó en el aire y las cartas fueron almacenadas en un sótano. Los archivos de Gervais fueron comprados posteriormente, pero el conjunto de cartas permaneció oculto. Solo 75 años después, un escritor canadiense, Christopher Hyde, los descubrió y ofreció a Isaac Asimov la oportunidad de revitalizar estas visiones. Estos diseños se publicaron en el libro ‘FuturoDías: Una Visión del Siglo XX de Côté’ en 1986, con Jean-Marc Côté como coautor.

Puedes explorar más sobre estas cartas a través de la Biblioteca Nacional de Francia. Allí encontrarás un sinfín de escenas cotidianas, así como actividades subacuáticas y, por supuesto, sus automóviles voladores; ejemplos de lo que podría haber sido. Es increíble cómo algunas de estas locuras mantienen un hilo de lógica al intentar descifrar la mentalidad artística de 1899. Además, se pueden observar similitudes sorprendentes con las tecnologías contemporáneas.

Más información e imágenes | Biblioteca Nacional de Francia

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