Roma, 7 de mayo (Europa Press). En un evento que ha generado gran expectación a nivel mundial, Diego Ravelli se prepara para pronunciar la célebre frase ‘Omnes extra’, que marcará el inicio del cónclave en el que se elegirá a un nuevo Papa. Este cónclave no solo es un proceso importante para la iglesia, sino que también capta la atención de millones de fieles en todo el mundo que esperan la elección de su nuevo líder espiritual.
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El primer día de este cónclave comenzará a las 10:00. Los Cardenales tienen la responsabilidad monumental de reunirse para deliberar y, finalmente, votar para elegir al nuevo Papa. Si no logran alcanzar la mayoría necesaria en la votación, que se requiere que sea de dos tercios, habrá una señal de fumar negro a las 12:30. Este es un indicador de que no se ha alcanzado un consenso y que, por lo tanto, los Cardenales se verán obligados a encerrarse nuevamente en la Capilla Sixtina por la noche. Allí, continuarán sus deliberaciones, y si al final de la noche no se logra una decisión, se emitirá nuevamente humo negro como símbolo de la falta de acuerdo.
El proceso se repetirá el siguiente día, y si los Cardenales logran alcanzar la mayoría calificada de dos tercios en cualquier votación, se podrá emitir humo blanco como señal de que han elegido al nuevo Papa. Esto podría suceder tanto a las 10:30 de la mañana como a las 17:30 o incluso a las 19:00, dependiendo del curso de las votaciones.
Al finalizar el segundo día, el ambiente continuaría siendo tenso y lleno de expectativa, ya que aún no se ha elegido al nuevo líder. Los Cardenales, que han entrado en este proceso con fervor y dedicación, regresarán a su residencia en Santa Marta, esperando que los días siguientes traigan consigo la elección necesaria. La rutina continuará con las votaciones y, si no surge humo blanco, se tomarían descansos estratégicos durante la jornada para reflexionar sobre sus decisiones.
Durante el cónclave, los Cardenales deberán cumplir con estrictas normas de secreto en relación a la «elección del nuevo Papa». Este es un proceso trascendental en el que cada miembro se compromete lealmente al ‘Munus petrinum’, el servicio de liderazgo sobre la Iglesia Universal. Cada decisión y voto tiene un peso significativo en el futuro de la institución y la dirección en la que se guiará a los fieles católicos en todo el mundo.









