
En octubre de 2024, se confirmó el plan de Pyongyang para transformar a Wonsan en un destino turístico comparable a Benidorm. Benidorm, conocido por sus playas y vibrante vida turística, se ha convertido en el motor económico de muchas naciones, y Corea del Norte no quería quedar rezagada en esta tendencia global. La iniciativa, que se conoce como Wonsan-Kalma, busca desarrollar un complejo turístico de gran envergadura, que se espera que cuente con una impresionante cantidad de habitaciones, lo que demuestra la ambición del régimen.
Un complejo sin precedentes. Como hemos mencionado, este audaz proyecto, impulsado por Kim Jong Un, se sitúa en la península de Kalma, en la costa este de Corea del Norte, y pretende consolidarse como uno de los complejos vacacionales más grandes del mundo. Un dato significativo que destaca las intenciones del régimen es su capacidad proyectada, que se estima entre 7,000 y 20,000 habitaciones.
Wonsan-Kalma está concebido como un centro turístico construido desde cero, y ha sido descrito por analistas como el gran objetivo del régimen para impulsar el turismo. Anunciado en 2014, el proyecto ha enfrentado múltiples retrasos debido a las sanciones internacionales, y luego hubo un cierre total durante la pandemia. Sin embargo, se tiene planeada una apertura para junio, con el régimen ensayando una tímida reactivación del turismo internacional. Aún así, el éxito económico del complejo permanece muy incierto.
El turismo como estrategia. Kim Jong Un considera este complejo no solo como un generador de ingresos en moneda extranjera, sino también como una exhibición de poder y de modernidad del régimen. Sin embargo, se plantean dudas sobre el atractivo real de este enclave; expertos como Bruce W. Bennett y Marcus Noland señalaron recientemente que podría no ser suficiente para atraer visitantes extranjeros en cantidades que justifiquen la masiva inversión realizada.
La lógica detrás del proyecto apunta principalmente a atraer turistas surcoreanos, dada su proximidad y potencial económico, pero las complejidades diplomáticas actuales hacen que esto sea extremadamente difícil. Mientras tanto, varias agencias rusas han comenzado a ofrecer paquetes turísticos a ciudadanos de Vladivostok, aunque el entusiasmo por visitar el país sigue siendo escaso. Según los mismos operadores, los viajeros rusos continúan optando por destinos más tradicionales como Tailandia y Dubai, lo que pone en duda la viabilidad del proyecto.
El OASIS se limita al consumo interno. Otra posible estrategia del régimen podría ser utilizar el complejo como un medio de control interno y recompensas. Según informes en Insider, las instalaciones podrían destinarse como incentivos para ciudadanos leales o trabajadores ejemplares, y están diseñadas con áreas exclusivas para delegaciones y suites del presidente.
El principal desafío radica en que, como observa mejor el experto Bennett, el acceso al complejo estará estrictamente regulado para prevenir que los ciudadanos norcoreanos interactúen con visitantes internacionales. Esta demarcación fortalece la naturaleza propagandística del lugar, que parece ser más una fachada política que un auténtico centro turístico, similar a lo que se ha denominado «el pequeño Manhattan» en discusiones previas.
Restricciones estructurales. A pesar de los esfuerzos monumentales, este proyecto enfrenta problemas endémicos del régimen. La falta de experiencia de Corea del Norte en el sector hotelero combinado con la estricta censura estatal representa serios obstáculos para ofrecer una experiencia turística auténtica.
Adicionalmente, la reciente historia del Hotel Ryugyong, que ha permanecido principalmente sin terminar durante décadas y se ha convertido en un símbolo del exceso de Corea del Norte, sirve como un recordatorio del potencial fracaso del proyecto. Además, el temor de Kim hacia el libre flujo de información es incompatible con el funcionamiento de la industria turística moderna. Aunque el complejo podría parecer un oasis de modernidad y lujo, es probable que resulte ser solo otra construcción monumental sin suficientes visitantes, funcionando más como herramienta de propaganda que como destino turístico real, un patrón que no es raro en tales iniciativas.
Una carta «diplomática». En un contexto paralelo, este complejo puede ser considerado una herramienta en la diplomacia internacional. En 2018, Trump sugirió a Kim que desarrollar sus «grandes playas» podría ser clave para el crecimiento económico. No se descarta que este complejo se utilice como un gesto simbólico en futuras negociaciones, especialmente si Pyongyang se esfuerza por obtener reconocimiento internacional como potencia nuclear. Cabe recordar que ya han desarrollado un «resort» para soldados rusos, lo que añade otra capa de complejidad al tema.
En este contexto, Wonsan-Kalma podría navegar entre ser una promesa o una amenaza: podría servir tanto para mostrar apertura política como para fortalecer aún más el culto a la personalidad en torno a Kim Jong Un. Así, Kim, al apartarse de las prácticas de sus predecesores, no solo podría visualizar un destino turístico conocido como «su Benidorm», sino también un mensaje político destinado al mundo.
Imagen | Diego delso Presente Arcilla Gilliland
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