Él Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) de la Universidad Nacional (UNA) expresó su solidaridad, apoyo y respeto a la joven de nombre Castillo quien decidió hacer pública una denuncia de abuso sexual contra el diputado y candidato a la presidencia de la República, Fabricio Alvarado, por hechos ocurridos cuando ella tenía 13 años y él 32.
Reconocemos la valentía y la dignidad de quienes deciden romper el silencio ante la violencia sexual, especialmente si ocurrió durante la niñez o la adolescencia.
Informar en estas circunstancias significa que no sólo se enfrenta al dolor personal, sino que también se minimizan las estructuras sociales, políticas y mediáticas que históricamente han revocado a las mujeres y los ataques cometidos por figuras poderosas.
Recordemos que los delitos sexuales cometidos contra menores de edad tienen un régimen especial de prescripción en Costa Rica, establecido en la Ley Número 9.685, conocida como Derecho al momento adecuadoreconocer las características de estos crímenes y su impacto a largo plazo. Según esta ley, el plazo para presentar una denuncia penal comienza cuando la víctima cumple 18 años, y la denuncia puede presentarse hasta 25 años después de esa fecha. Este marco legal confirma el derecho de las víctimas/sobrevivientes a buscar justicia durante muchos años por incidentes de violencia sexual.
El hecho de que el imputado sea actualmente representante de la República y candidato a la presidencia supone una responsabilidad ética y política mayor.
La jurisdicción parlamentaria, o inmunidad, no puede ni puede convertirse en un escudo de impunidad para las denuncias de delitos sexuales, especialmente aquellos que involucran a menores.
En un Estado de derecho, todas las personas deben ser investigadas de manera equitativa ante la ley. Por este motivo, el Instituto de Estudios de la Mujer se suma a Voces Civiles pidiendo que en la reunión legislativa se evalúe de inmediato la solicitud de aumento de la inmunidad parlamentaria para permitir una investigación judicial transparente, imparcial y libre de injerencias políticas.
El Estado costarricense tiene la obligación internacional -derivada de la convención de Belém del Pará y otros instrumentos de derechos humanos, para garantizar el acceso efectivo a la justicia a las víctimas de violencia sexual y protegerlas de la reavivación y la exposición dañina a los medios de comunicación.
El Instituto ratifica su dedicación a la lucha contra todas las formas de violencia sexual y de género, y a la defensa del derecho de las niñas, adolescentes y mujeres a vivir libres de violencia.
Este asunto nos recuerda la urgencia de fortalecer la educación afectivo-sexual, los mecanismos institucionales de prevención y denuncia, y la necesidad de que el poder político se ejerza de manera responsable, ética y transparente.