El diputado y candidato presidencial del Partido Liberal Progresista (PLP), Eli Feinzaig, compartió este domingo un emotivo mensaje tras el accidente de tránsito en el que estuvo involucrado.
El hecho que conmocionó al país tuvo lugar el pasado 24 de octubre, donde falleció su íntima colaboradora, Ericka Benavides.
Feinzaig, quien destacó que sufrió una fractura de 4 costillas y un esternón grapado, aseguró que se está adaptando y tratando de seguir los consejos médicos.
«Primero, gracias a Ericka por ser una amiga leal y una colaboradora extraordinaria, y por ser una luz que hoy nos guía y nos recuerda que debemos trabajar más duro y con alegría para salvar la paz, la seguridad, la decencia y la democracia», enfatizó.
El diputado aprovechó y agradeció a todo el personal de emergencia involucrado en el rescate y en los centros médicos donde se encontraba.
«Tengo que agradecer a las miles y miles de buenas personas que enviaron mensajes de aliento, solidaridad, pésame y buenos deseos», afirmó.
Compartió internación con monseñor Javier Róman
Feinzaig confirmó que «era vecino» de monseñor Javier Román, obispo de Limón y presidente de la Conferencia Episcopal.
Sufrió un infarto y tuvo que ser operado.
«Allí conversamos cuando ambos estábamos mejor, y cada uno rezaba por la salud del otro, por lo que le estoy profundamente agradecido», subrayó.
A su vez, también agradeció al padre Marvin Benavides, párroco de San Miguel Arcángel en Escazú, quien atendió a Monseñor.
Según Feinzaig, Benavides siempre estuvo atento a su evolución.
El mensaje completo de Eli.
De la vida y las oportunidades – Agradece todo
De regreso a casa, cuatro costillas rotas y el esternón grapado. Si te estás adaptando, intentando seguir los consejos médicos y los tratamientos recomendados, es hora de tomarte unos minutos para estar agradecido. Primero, agradecer a Ericka por ser una amiga leal y una colaboradora extraordinaria, y por ser una luz que nos guía hoy y nos recuerda que debemos trabajar más duro y con alegría para salvar la paz, la seguridad, la decencia y la democracia.
Me hubiera gustado ir a la sinagoga ayer sábado para recitar públicamente, como se debe, el Birkat HaGomel, una oración de gratitud que se dice después de superar una enfermedad u otro acontecimiento potencialmente mortal o peligroso. Por consejo médico me quedé en casa, pero antes de salir del hospital lo recité con mi familia.
Hoy quiero hablarles de los ángeles que vinieron a ayudar a Fabián Cascante, a don Pablo Trigueros y a mí. Sólo puedo hablar de los que estuvieron a mi lado, pero sé que hubo muchos más héroes que detuvieron sus vehículos para ayudar con total libertinaje.
Mi agradecimiento a la señora Heylin Azofeifa y su esposo, Leonel Anchía. Cuando todavía no entendía lo que había pasado, los vi correr hacia nuestro auto. Cuando vieron que dadas las circunstancias yo no estaba tan mal, Leonel fue a ayudar a Fabián, que estaba en peores condiciones. Heylin nunca me dejó.
También hubo otra chica que me ayudó mucho. Por el aturdimiento del momento no recuerdo su nombre, pero sí sé que me dijo que había retomado sus estudios y que iba a rendir las pruebas nacionales estandarizadas la semana pasada a sus 35 años. Espero que haya sido y siga siendo muy exitoso.
Pero vuelvo con Heylin, quien, incluso antes de alcanzarme, ya me había dado instrucciones: no te muevas, te vamos a ayudar. Desde que llegó, ha tratado de mantenerme despierta con preguntas y conversaciones. Se ofreció a sacar mi celular del auto y lo cuidó por mí. Se ofreció a acompañarme en la ambulancia y me acompañó hasta la puerta del Hospital San Ramón. Le pedí que sacara la carcasa de mi computadora personal del auto y cuando no la dejaron entrar al hospital, esperó hasta que pudiera entregarme mis pertenencias. Durante el viaje en ambulancia, se ofreció a llamar a mi esposa, pero yo todavía no tenía fuerzas para hacerlo. Pero cuando me llamó Tania Molina, mi supervisora candidata a la vicepresidencia, lo puso en altavoz para poder escucharme y saber que estaba fuera de peligro. Y que pudiera llamar a mi esposa. En definitiva, Heylin es un ángel caído del cielo que cumplió plenamente el proverbio que dice “haz el bien sin mirar a quién”. Las palabras no hacen justicia para expresar mi agradecimiento.
Un capítulo especial merecen los bomberos, quienes llegaron casi de inmediato y comenzaron a trabajar diligentemente para salvar a Fabián, quien quedó atrapado en la carrocería. También los cruzrojistas, que llegaron bastante rápido y actuaron con la misma eficacia y profesionalidad. El Poder Público y el Tráfico también merecen mi reconocimiento. En varias ocasiones tuve contacto con representantes de todas estas instituciones y todos se comportaron con el mismo profesionalismo, tacto y compasión.
La sala de urgencias del Hospital San Ramón estaba llena de gente y una vez más el profesionalismo y la compasión de todo el personal conmovía. Nunca había estado en una situación así y es impresionante cómo cada persona sabe exactamente qué hacer y puede haber 10 personas trabajando con el mismo paciente al mismo tiempo, cada una haciendo algo diferente, en perfecta coordinación. Y mientras lo hacían, finalmente llegó Fabián en estado rojo, y sé, porque pude escuchar todo, que dieron absolutamente todo para salvarle la vida y darle esperanza.
También apareció un ángel, una señora cuya principal función me pareció ser la de ayudarme más allá de lo estrictamente médico. No recuerdo todo lo que hizo por mí, pero insistió en que llamara a Rosi, mi esposa, y ella lo llamó desde su propio teléfono para hablar. A todo el personal del Hospital San Ramón, desde el guardia de seguridad de la Entrada de Urgencias, hasta el propio director del Hospital, que intervino directamente en la coordinación de mi traslado, pero especialmente al personal médico, de enfermería y de urgencias, técnicos de ecografía y rayos X, mi agradecimiento desde el fondo de mi corazón.
El personal del transporte aéreo (médico, paramédico y capitán) y del Hospital Metropolitano también se pusieron una medalla en el pecho. Todos, desde Don Manuel, que recibe con una sonrisa y acompaña a todos los pacientes y visitantes cuando ingresan a las instalaciones por la puerta principal, hasta el presidente de la corporación, desde el director del Hospital (el querido Dr. Corazón de Ericka) hasta el personal de limpieza, encabezado por el jefe de la UCI, el fantástico y excepcional personal médico y de enfermería de la UCI, médico respiratorio, fisioterapia, sala de cirugía y recuperación, psicología, nutrición y el administrativo y de seguridad, todos trabajan con misticismo y dedicación, siempre con una sonrisa y una palabra amable, respetando siempre la dignidad de los pacientes y respondiendo rápidamente a todas las necesidades.
Los familiares de los demás pacientes ingresados en la UCI también acompañaron mi evolución y siempre me brindaron palabras de aliento o una sonrisa, respetando mi privacidad cuando salía a caminar lentamente por los pasillos de la unidad. Mi agradecimiento a todos ellos, especialmente a Don Neto. Y mis mejores deseos para su familia y una recuperación total.
En el hospital era mi vecino monseñor Javier Román, obispo de Limón y presidente de la Conferencia Episcopal. Allí conversamos cuando ambos estábamos mejor, pidiendo cada uno por la salud del otro, por lo cual le agradezco profundamente, así como por mi amigo, el Padre Marvin Benavides, párroco de San Miguel Arcángel en Escazú, quien cuidó a Monseñor, pero también estuvo siempre atento a mi evolución.
Álvaro y Andrés, los hijos de Ericka, le enviaron mensajes a mi esposa que me trajeron tanta paz, que nunca podré agradecerles lo suficiente. En medio de su propio dolor, saber que piensan que los últimos 4 años (que Ericka ha dedicado su alma, vida y corazón al proyecto político del PLP) han sido los mejores de su intensa pero corta vida, y que están inmensamente agradecidos, es lo que más me ha ayudado a empezar a superar el dolor de su partida.
Debo agradecer a las miles y miles de buenas personas que enviaron mensajes de aliento, solidaridad, condolencias y buenos deseos a Fabián Cascante, a don Pablo Trigueros, a este servidor y a la familia de Ericka. Los presentes en el llamado a donar sangre para Fabián, quien ese día colapsó el banco de sangre del hospital México. A quienes con su bondad y decencia mostraron su humanidad y nos dieron esperanza de reconciliación en esta sociedad tan rota.
No puedo terminar esta larga nota sin agradecer a toda mi familia, amigos y al fantástico equipo del PLP. Podré entrar en detalles con ellos en privado, pero quiero que sepan que sus esfuerzos, ayuda, apoyo, oraciones y trabajo 24 horas al día, 7 días a la semana para asegurarnos de que fuéramos todo lo que pudimos dadas las circunstancias no pasaron desapercibidos. No nos decimos lo suficiente: TE AMO. La vida es muy fácil, ve y cuéntaselo a tus seres queridos.









