Un político estadounidense se dirigió al Senado durante más de 25 horas ininterrumpidas con el propósito de criticar el trumpismo.

Hasta el momento, Cory Booker ha sido un político que ha ocupado un lugar destacado en la escena política de los Estados Unidos. Sin embargo, ha disminuido su presencia en los grandes titulares de la prensa internacional, especialmente desde su intento de competir por la presidencia. Como senador demócrata de Nueva Jersey y exalcalde de Newark, Booker tomó la decisión de lanzar una campaña para participar en las elecciones presidenciales de 2020, aunque se retiró de la carrera poco después. A día de hoy, Booker no solo es reconocido por su papel político, sino que también ha hecho historia al pronunciar el discurso más extenso en la historia del Senado de los Estados Unidos.

El senador demócrata se presentó durante esa maratónica jornada con unos pocos vasos de agua y sin una silla en la que sentarse (solicitó evitar distracciones) mientras se comprometió a hablar más de 25 horas sobre los peligros que representaba el gobierno de Donald Trump. A simple vista, podría parecer un hecho anecdótico, pero su acción refleja de manera contundente cómo el Trumpismo ha influido en el Partido Demócrata y en la trayectoria política de Booker.

Hasta que las piernas aguanten. La iniciativa de Booker, compartida o no, tiene un impacto significativo: comenzó a hablar a las siete de la tarde en la cámara alta, su voz clara y directa advertía a sus colegas legisladores sobre su intención: «Voy a cambiar la dinámica operativa del Senado de los Estados Unidos en la medida de mis posibilidades». En otras palabras, está decidido a continuar su discurso hasta que su cuerpo lo permita.

¿Y cuánto tiempo habló? A pesar de los breves intervalos que tomó mientras sus colegas demócratas le formulaban preguntas, Booker continuó hablando hasta las ocho de la tarde del día siguiente. Según El guardián, su intervención se extendió por 25 horas y cuatro minutos, un emocionante relato que abarcó una jornada completa durante la cual el senador leyó decenas de cartas, mostró notas, agitando una copia de la Constitución y empleando un rango de emociones en su discurso, lo que provocó risas entre sus colegas. Todo esto mientras su voz se tornaba cada vez más ronca.

Un discurso (y un buen esfuerzo). En tu crónica el El telégrafo detalla que, aunque Booker podía aprovechar las preguntas de sus colegas para hidratarse, nunca se tomó un descanso para ir al baño. Además de las cartas y comentarios que llevaba consigo, solo contaba con algunos vasos de agua para mantenerse hidratado. Más tarde explicó que se había preparado durante días, incluso ayunando y limitando su ingesta de líquidos la noche anterior para evitar cualquier urgencia. Sin embargo, ni su preparación ni sus esfuerzos por mantener la circulación en sus piernas le impidieron llegar al extremo de descuidar ciertos aspectos como orador.

Y todo esto… ¿por qué? Aunque a menudo utiliza la táctica de discursos prolongados y trucos filibusteros en otras ocasiones, en esta ocasión no se trataba de eso. Cuando Booker tomó la palabra, no había presentado ninguna legislación concreta, y si hubo un retraso, era debido a su intención de levantar la voz contra las políticas de Trump.

El propósito del demócrata era claro: lanzar un ataque sostenido, firme (y, sobre todo, mediático) contra las acciones del gobierno de Trump. Durante las 25 horas de su discurso, Booker criticó las propuestas del republicano, incluida la reforma de Medicare y Medicaid, que consideró dañinas, y acusó a Trump de causar un «daño estructural» al país. Habló también sobre la inflación, la crisis económica, y compartió historias conmovedoras de personas afectadas por el Trumpismo. «No se trata de izquierda o derecha; se trata de lo correcto y lo incorrecto,» sentenció el senador justo antes de culminar su extensa disertación: «Sra. Presidenta, le cedo la palabra».

Más allá de Booker. El acto de Booker, aunque inicialmente podría interpretarse como una mera curiosidad, ha tenido implicaciones significativas para su carrera política como legislador. También ha tenido repercusiones para el propio Partido Demócrata, que enfrenta un momento complicado, dado que ha visto cómo las encuestas disminuyen y Trump regresa al escenario político tras la derrota de Kamala Harris. Se encuentra ante una crisis de liderazgo y se acerca a sus bases de forma urgente.

«El partido sigue en un estado catatónico y la elección del Comité Nacional Democrático exhibe una falta de continuidad en su forma de comunicarse,» comentó recientemente Victoria Murillo, profesora de la Universidad de Columbia. Por otro lado, un sondeo realizado por CNN hace un mes reveló que la popularidad del Partido Demócrata ha alcanzado niveles históricamente bajos y que una considerable parte de sus miembros consideran que sus líderes tienen que hacer frente a Trump de una manera más efectiva.

Con su discurso de récord, Booker no solo ha logrado acaparar la atención de los medios de comunicación, sino que también ha dirigido críticas contundentes hacia Trump dentro y fuera de Estados Unidos. Esto también ha afectado la situación política en un entorno mediático dominado por el Trumpismo.

Un referente histórico. El gesto de Booker posee valor simbólico adicional al ser esta la primera vez en más de 60 años que un senador se presenta de esta manera, en este contexto, en contraste con el legador Strom Thurmond.

En este caso, el propósito era completamente distinto: Thurmond, un conocido segregacionista, buscaba obstruir la legislación sobre derechos civiles de 1957. «Intentó frenar los derechos que yo defiendo,» afirmó Booker, quien también es el primer senador afroamericano de Nueva Jersey, recordando la táctica filibustera de Thurmond. «No estoy aquí por su discurso; estoy aquí, a pesar de su discurso. Estoy aquí porque, sin importar cuán poderoso se creía, su poder era menor que la justicia.»

Fotos | Gage Skidmore (Flickr) 1 Y 2

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