
La invasión rusa a Ucrania ha propiciado el surgimiento de dos enfoques de desarrollo muy distintos en la capital ucraniana. En un extremo, Ucrania ha adoptado un modelo de costos simples y bajos, donde se utiliza una variedad de armas como escopetas de drones, que han demostrado ser igual de efectivas, si no más, en situaciones de combate asimétrico. Por el otro, y en respuesta a las adversidades del conflicto, la nación ha iniciado la creación de una de las industrias más prominentes a nivel global en lo que respecta a drones de combate desarrollados nacionalmente. Esta iniciativa ha emergido como una verdadera sorpresa en el contexto de la guerra moderna.
Tecnología en el campo de batalla. Desde hace varios meses, hemos informado sobre este fenómeno. La guerra entre Rusia y Ucrania ha estado marcada por el empleo intensivo de nuevas tecnologías, y uno de los elementos más cruciales en este entorno ha sido el uso de drones. Recientemente, un video nuevo compartido en redes sociales provenientes de Rusia advierte sobre un nuevo y preocupante frente: la incorporación de malware en drones ucranianos, que tiene el potencial de infectar los sistemas de las tropas rusas.
Aunque en este momento las amenazas cibernéticas se han considerado de menor magnitud (principalmente porque apuntan a dispositivos individuales en lugar de redes completas, como es el caso de computadoras o drones), la aparición de dicha amenaza representa un cambio significativo en el ámbito cibernético del conflicto entre ambos países.
Malware ucraniano. Según un informe de Forbes, se ha encontrado malware en drones ucranianos que posee funciones específicas: dañar físicamente las conexiones USB y evitar el reflasheo, bloqueando así el sistema de reprogramación del dron e incluso, algo de gran importancia, localizando a los nuevos operadores rusos cuando Moscú intente reutilizarlos.
¿Cómo funciona esto? Los códigos maliciosos han sido diseñados para sabotear cualquier intento de reutilización por parte del enemigo, inhabilitando la electrónica de los dispositivos o creando vulnerabilidades que pueden ser explotadas a distancia. En un contexto donde ambas naciones enfrentan limitaciones de recursos, reducir la capacidad de utilizar drones ajenos se convierte en una ventaja estratégica decisiva para Ucrania.
Efectos y consecuencias operativas. Generalmente, el uso de malware tiene repercusiones tácticas inmediatas. Rusia, que habitualmente se basa en el análisis detallado de los drones enemigos, debe ajustar sus sistemas de contramedidas, lo cual requiere desensamblar componentes y examinar el software para entender y contrarrestar las amenazas.
Si estos drones están protegidos con un código que inhabilita o compromete sus sistemas al ser conectados, el proceso de ingeniería inversa se complica, se torna más lento y, en última instancia, se vuelve riesgoso. Al hacerlo, Ucrania establece un ciclo de vida de funcionamiento de sus drones antes de que Moscú pueda desarrollar un contrapeso efectivo, lo cual es crucial en un entorno donde la innovación tecnológica se convierte en una ventaja táctica crucial.
Talento «humano». Este desarrollo se asemeja a lo ocurrido con el cañón de doble cañón o la adaptación de fibra óptica. El éxito de estas estrategias se basa en el poder del sector tecnológico ucraniano que, antes de iniciar la guerra, contaba con una dinámica robusta y un talentoso recurso humano. Con una sólida base de ingenieros de software y expertos en ciberseguridad, Ucrania ha logrado transferir habilidades del ámbito civil al militar, generando herramientas asimétricas que no requieren grandes recursos físicos, sino que demandan un alto nivel de complejidad técnica.
El desarrollo e implementación de malware en drones maximiza el impacto de los recursos disponibles y complica la labor rusa sin la necesidad de incrementar la cantidad de dispositivos a utilizar.
Una nueva carrera cibernética en el teatro. Por otro lado, es importante señalar que la introducción de malware también simboliza el inicio de una nueva fase en la lucha por la superioridad tecnológica. Si Ucrania ha comenzado a emplear malware con funciones limitadas pero altamente eficaces, es razonable anticipar que Rusia responderá con sus propios desarrollos ofensivos que contrarresten estas innovaciones, tal como ha sido el patrón a lo largo de la historia del conflicto.
Consecuencias tecnológicas. Durante los últimos tres años, tanto Rusia como Ucrania han transformado sus respectivos ecosistemas científicos en herramientas para la guerra, convertidos en armas que apoyan sus esfuerzos bélicos. La decisión de Ucrania de integrar malware en sus drones no solo ha ralentizado la reutilización de dispositivos rusos, sino que además ha redefinido la lucha por la supremacía tecnológica dentro del enfrentamiento.
Adicionalmente, esta estrategia puede aplicarse sin problemas a otros dispositivos electrónicos, incluyendo armas inteligentes, sensores de comunicación o sistemas de mando. Lo que comenzó como una táctica innovadora podría establecerse como un modelo para la guerra digital del futuro, influyendo en el diseño, la utilización y la protección de diversos dispositivos militares.
En resumen, la incorporación de malware en los drones ucranianos ilustra de manera clara cómo la guerra moderna ha avanzado hacia el ámbito del código. De este modo, un pequeño fragmento de código puede tener efectos comparables a los de una poderosa munición, logrando incursiones significativas sin la necesidad de disparar un solo proyectil.
Imagen | Píxel
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