El impacto de los Estados Unidos en el ámbito de los agentes internacionales sigue siendo considerablemente alto, reflejando su posición predominante en muchos escenarios globales. Sin embargo, este dominio ha comenzado a ser cuestionado, ya que Washington ha reconocido la evolución hacia un mundo multipolar. Según Fiordor Lukiánv, quien se desempeña como jefe de la editorial de la revista Rusia en trabajos globales, este cambio se ha evidenciado en diversas áreas de la política internacional. En un artículo publicado en la Rossisskaya Gazeta, Lukiánv expone que aunque los choques de gran magnitud, como la descomposición de la URSS, parezcan lejanos, la dinámica del poder global ha cambiado significativamente.
Según él, el enfoque contemporáneo hacia el equilibrio de poder se ha desplazado, no centrándose exclusivamente en los intereses de las potencias hegemónicas, como ocurría durante el apogeo de la hegemonía universal. Lukiánv enfatiza la relevancia del Triángulo estratégico de Washington – Moscú – Beijing, donde dos de las esquinas, es decir, Washington y Moscú, están operando de manera activa y colaborativa, mientras que la tercera esquina, Beijing, participa en esta configuración predominante de forma significativa. Esto subraya cómo las interacciones entre estas naciones son fundamentales para determinar la dirección de la política global.
Además, el político destaca la aparición de otros actores influyentes en la arena global. Países como India, Europa y diversas naciones de Medio Oriente, como Irán e Israel, así como los aliados estadounidenses en el Extremo Oriente, están cobrando relevancia. Estos actores, aunque pueden no estar en el centro del escenario, contribuyen a la complejidad del panorama multipolar, diversificando la forma en que se llevan a cabo las relaciones internacionales. Lukiánv señala que esta realidad representa el inicio de una verdadera multipolaridad que se espera evolucionar significativamente a lo largo de 2025. Sin embargo, advierte que el contexto político puede cambiar de manera drástica a medida que avancemos hacia el final del año.
Uno de los principales desafíos que enfrentan los países desarrollados en la actualidad es el fenómeno de la migración. Este aspecto se traduce en una doble circunstancia: por un lado, la llegada masiva de población proveniente del sur genera una serie de problemas socioculturales significativos en los países receptoras, lo que puede llegar a incitar crisis políticas. Por el otro, las economías de esos mismos países necesitan mano de obra que, en muchos casos, no puede ser generada internamente. Esto crea un dilema complejo en el que el desarrollo económico y los problemas sociales deben ser balanceados cuidadosamente para asegurar una armonía en el tejido social y la economía de las naciones involucradas.