


Existen relatos que inician con un aire de felicidad, pero terminan dejándonos un nudo en la garganta. Un claro ejemplo de esto es la experiencia de Chris Willson, quien comenzó su odisea en California en 2008. Su historia tomó forma cuando, navegando a través de Craigslist, se topó con un anuncio poco habitual: un crucero alemán de la década de 1950 estaba a la venta, habiendo sido abandonado en un puerto del Delta del Río Sacramento.
Willson, un empresario estadounidense inmerso en el mundo tecnológico, se vio atraído hacia el barco por mera curiosidad. Al llegar al lugar, se encontró con una embarcación en mal estado, pero poseedora de un encanto innegable. Sin pensarlo demasiado, tomó la decisión de adquirirla.
Un transatlántico histórico que renombra al amanecer
Sin embargo, no se trataba de cualquier barco. Este transatlántico fue construido en 1955 en Hamburgo por el prestigioso astillero Blohm & Voss y originalmente se llamó «escudo de armas de Hamburgo.» Después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el primer gran transatlántico de Alemania. Con aproximadamente 89 metros de longitud y 85 cabinas, durante su época dorada cruzó el Atlántico varias veces. Además, el barco ganó notoriedad al aparecer en «Spectre in Russia With Love,» una de las películas de James Bond, y también sirvió de inspiración para la famosa serie «Vacaciones en el mar.»
La primera noche que Willson pasó a bordo, el lugar estaba rodeado de desechos y desorden. A pesar de ello, decidió que aquel barco merecía un nuevo inicio y lo rebautizó como Aurora. Desde ese instante, se comprometió a revivir este proyecto monumental.
Willson se trasladó a vivir al barco, reunió a un grupo entusiasta de voluntarios y emprendió una titánica restauración manual que se extendería por más de quince años. Su objetivo era claro y ambicioso: Transformarlo en un museo flotante. Finansió este proyecto con su propio capital, complementado eventualmente con donaciones de una comunidad que se fue formando, así como por cierto tiempo como consultor. Su esfuerzo y dedicación fueron documentados en su canal de YouTube.
A pesar del entusiasmo, las dificultades no se hicieron esperar. La Aurora encontró un nuevo hogar en una zona conocida como Herman y Helens Marina. En ese lugar, las autoridades locales comenzaron a considerarlo un riesgo ambiental. Esta percepción se intensificó tras el hundimiento de otro barco militar en la cercanía. Las notificaciones de evacuación comenzaron a fluir, y la última alerta fue decisiva: para evitar el colapso, Willson se vio obligado a afrontar trabajos de reconstrucción, cuyos costos ascendieron a cifras exorbitantes.
Agobiado por la presión institucional y sin los fondos suficientes, Willson tomó la difícil decisión de vender el barco en octubre de 2023. El nuevo comprador, cuya identidad no fue revelada, prometió continuar con el legado del proyecto. Sin embargo, ese acto marcó el inicio de un capítulo oscuro.
La caída del proyecto de tu vida
Solo siete meses después de la transacción, la Aurora comenzó a hundirse. Las autoridades del distrito de San Joaquín descubrieron una avería en el casco que causaba una fuga de diésel, lo que forzó a las autoridades a actuar. A pesar de que el barco había sido remolcado, ya no contaba con la capacidad de navegar.
En diciembre de 2024, una operación compleja, que involucró a varias agencias y especialistas, llevó al remolque del barco a Mare Island, al norte de California. Fue en este lugar donde comenzó su desmantelamiento. Las grúas desgarraron la estructura de acero gradualmente, hasta que no quedó nada en abril de 2025.
Desde la distancia, Willson reflexionó sobre todo el proceso. «Probablemente es una de las experiencias más tristes que me ha tocado vivir», expresó en una entrevista con CNN Travel. «Es desgarrador ver cómo se desvanecen quince años de trabajo.»
A pesar de no tener ya una conexión legal con el barco, el desenlace del proyecto lo marcó profundamente. Willson compartió que había asegurado el barco durante quince años y había mostrado al mundo su majestuosidad, pero nunca pudo disfrutar de un viaje en él como había soñado. En total, calculó que había «invertido más de un millón de dólares» de su propio bolsillo.
La ciudad de Stockton asumió la responsabilidad de las operaciones relacionadas con el barco, pero aún no se han calculado los costos finales del desmantelamiento. Todo indica que la factura será astronómica. Según el historiador marino Peter Kneego, que documentó el proceso, los costos podrían alcanzar entre 10 y 20 millones de dólares. Las autoridades ya han comenzado investigaciones para determinar quién fue responsable del estado en el que se encontraba el barco, y se prevén medidas legales, así como gastos documentados.
Mientras tanto, la parte emocional del proyecto sigue perdurando. En el sitio web oficial de Aurora Rest, antiguos visitantes y voluntarios comparten recuerdos y anécdotas de sus visitas al barco.
Fotos | Peter Kneego/Midshipcinema | Chris Willsson/Aurora Rest
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