




Últimamente, cada vez más naciones han comenzado a hacer lo que no parecía ser posible hace solo unas décadas: enviar un satélite a La luna. Este esfuerzo implica no solo el desafío de alcanzar un objetivo que se encuentra a cientos de miles de kilómetros de distancia, sino que además, se añade la complicación de investigar la cara oculta de la luna, un territorio que fue explorado por China hace unos años. Este lado de la luna, el que no podemos observar desde la Tierra, ha despertado un interés fascinante entre los científicos y astrónomos alrededor del mundo.
Frente a la enigmática cara oculta, se encuentra la cara visible de la luna que ha sido objeto de estudio y análisis por astrónomos durante siglos. Reflexionando sobre la historia, es importante recordar ese primer avistamiento humano de la superficie lunar. Un hecho notable es que un destacado astrónomo dedicó cinco años a completar su exhaustiva investigación sobre este astro, creando un legado que perdura hasta nuestros días.
Nos referimos a Johannes Hevelius, conocido por su nombre en latín Jan Heweliusz. Este notable astrónomo nació y llevó a cabo su publicación en lo que hoy conocemos como Gdansk, Polonia. En 1647, Hevelius presentó el primer atlas significativo de la luna titulado Selenographia, descriptio lunae sive. Este libro, considerado uno de los más importantes del siglo XVII, recopiló una serie de tarjetas meticulosamente detalladas que se convirtieron en parte fundamental de la cultura astronómica, siendo referencia para otros científicos y astrónomos que con posterioridad hicieron sus propios mapas y estudios.
Hevelius dedicó tiempo a perfeccionar su trabajo, en parte, para completar los esquemas inacabados de Galileo, un astrónomo influyente del siglo anterior. Nacido en una familia adinerada, Hevelius primero tuvo que involucrarse en el negocio familiar antes de poder dedicarse plenamente a la astronomía. Su posición social, acompañada de su considerable fortuna, le facilitó la construcción de telescopios de precisión que utilizaba desde los techos de su hogar.
Mira al cielo durante una larga noche
Johannes Hevelius empleó metódicamente su conocimiento científico y un sentido artístico excepcional en su obra. Observaba la superficie lunar cada noche, realizaba dibujos a mano de los detalles y luego los grababa en placas de cobre. Este arduo proceso de observación, creación de dibujos e impresión le llevó casi cinco años para culminar una tarea de tal envergadura y complejidad.
El resultado de su inigualable esfuerzo ha sido admirado y valorado en la actualidad. El atlas lunar de Hevelius es una obra que combina una gran sensibilidad estética con un valioso contenido astronómico. En sus cartas, el astrónomo continuó nombrando aspectos topográficos del satélite, otorgándole a cráteres, mares y montañas nombres que reflejan su interpretación de la luna. ^Años más tarde, Giambattista Riccioli y Francesco Maria Grimaldi efectuarían nuevas designaciones para los accidentes lunares, pero el legado de Hevelius permanecería.
Sin embargo, sus mapas sobrevivieron a la crítica y continuaron sirviendo como base para muchos otros estudios realizados por astrónomos europeos a lo largo de las décadas posteriores, entre ellos Joanne Zahn en 1696 y Rust en 1723. No cabe duda de que dicha publicación tenía un impacto significativo y causó revuelo entre los círculos de la Iglesia. Hevelius, siendo polaco y católico, siguió las enseñanzas de otro famoso compatriota, Copérnico, y argumentó que la tierra gira alrededor del sol.
Por aquellos tiempos, la intervención de la iglesia en cuestiones científicas fue bastante notoria. Los representantes de Dios en la Tierra no podían aceptar la verdad en muchos de los descubrimientos que se presentaban, tal como se pudo observar en el reciente juicio a Galileo. Un curioso incidente ocurre con Niccolo Zucchi, un astrónomo italiano que tenía vínculos con el Vaticano. En un momento, el Papa recibió una copia de la Selenografía de Hevelius y, al revisarlo, respondió que sería un libro sin igual, «no haber sido escrito por un hereje».
A pesar de la negativa de la iglesia, Selenografía de Hevelius marcó un hito en la comprensión que tenemos de la luna. Este astrónomo no solo realizó observaciones de la luna, sino que también exploró otros planetas del sistema solar, como Júpiter o Saturno, a los que más tarde bautizó como “estrellas fijas”. Por increíble que parezca, su trabajo en la catalogación planetaria se desarrolló paralelamente a su exhaustiva investigación lunar.
Indudablemente, el trabajo pionero de Hevelius dejó una huella indeleble en la mente de los europeos en lo que respecta a la luna durante los siglos siguientes. Durante el siglo XIX y XX, los avances tecnológicos permitieron observar la luna desde nuevas perspectivas, y fue en 1959 cuando, gracias a un satélite soviético, por fin pudimos ver la cara oculta de la luna, un hecho que había sido anhelado por siglos.
Hoy, reconocemos y celebramos el círculo que fue iniciado por pioneros como Hevelius, el astrónomo que, además de sus contribuciones al campo, también disfrutaba de la cerveza.
En | El país tiene lunas que no sabemos: explorar estos cuerpos celestes es clave para desvelar los secretos de nuestro sistema solar.