Inestabilidad en Costa Rica: decisiones que se tomarán hoy

Este viernes, el país enfrenta una situación de alta inestabilidad, particularmente influenciada por la zona de convergencia interpópica (ZCIT). Este fenómeno meteorológico ha traído consigo cambios significativos en las condiciones climáticas, lo que está generando una serie de efectos en diversas regiones del territorio nacional.

En las primeras horas de la mañana, se ha registrado un aumento en la humedad, contribuyendo en gran medida a la formación de nubes y precipitaciones, especialmente en la vertiente del Pacífico y en el Valle Central. Esta humedad puede mantenerse a lo largo del día, lo que anticipa un patrón de lluvias intermitentes.

A medida que avanza la tarde y se aproxima la noche, se espera la ocurrencia de tormentas eléctricas en varias partes del país. Entre las áreas que se encontrarán más impactadas, se destacan el Océano Central, Pacífico Sur, Guanacaste, el Valle Central y la Zona Norte.

Foto: Isaac Villalta

Se estima que en algunas zonas podrían acumularse entre 40 y 100 mm de lluvia en un periodo de seis horas, y existe la posibilidad de que se registren cantidades aún mayores a lo largo de la jornada.

A medida que la noche avance, continuarán las duchas y lluvias en la costa central del Pacífico, así como en la península y el Golfo de Nicoya. En el Caribe, se prevé que la probabilidad de lluvias intensas aumente durante las horas de la tarde, concentrándose principalmente en los ejes montañosos y los cantones circundantes, donde las acumulaciones pueden oscilar entre 10 y 70 mm.

Las lluvias recientes han llevado a una saturación del suelo que varía de moderada a alta. En la península del Pacífico Central, el Pacífico Sur y Nicoya, los niveles de saturación van de 85% a 95%, mientras que en el Valle Central y las Montañas de la Zona Caribe/Norte, las cifras fluctúan entre 40% y 65%.

Esta condición agrava el riesgo de inundaciones repentinas y/o deslizamientos de tierra. Las tormentas eléctricas que se prevén pueden ir acompañadas de vientos fuertes y explosivos, que en situaciones aisladas podrían alcanzar velocidades de 80 km/h, lo que representa un peligro potencial, especialmente para las ramas de los árboles y las líneas eléctricas.