Ucrania tomó el nuevo crucero de Rusia. La sorpresa se reveló al abrir: los «Aliados» hicieron esto.

En noviembre de 2024, las fuerzas armadas ucranianas realizaron un descubrimiento notable al interceptar un avión no tripulado «ruso» que en realidad era un dron diseñado como señuelo. Este dron fue ideado para engañar a los sistemas de defensa antiaérea del enemigo, simulando señales de radar que lo hacían parecer una amenaza real. Aunque la sorpresa inicial fue la captura de este «especimen» de lo que se ha denominado el Período llamado, la verdadera revelación llegaría al verificar los orígenes de su construcción. Algo similar fue observado recientemente con otros armamentos, incluyendo un cohete que fue igualmente desmantelado y analizado.

Este acto de desmantelamiento no se quedó en el descubrimiento del dron, sino que también se extendió a otros desarrollos rusos armamentísticos, específicamente con el cohete Banderol «ruso». Ucrania ha estado operando con el S8000 Banderol, un nuevo crucero que fue fabricado por la compañía Kronshtadt, conocida por su experiencia en tecnología de drones. Este misil ha mostrado un notable grado de sofisticación y está alineado con los objetivos de ataque estratégico del Kremlin.

Según el análisis del Servicio Secreto Militar ucraniano (Gur), el cohete Banderol se lanza desde plataformas no convencionales como los drones Orión de General, que poseen un diseño similar al MQ-1 Predator de los estadounidenses. También se considera su integración con el helicóptero de ataque Mi-28N. El Banderol es un cohete alimentado por un motor de reacción pequeño, siendo capaz de alcanzar velocidades de hasta 500 km/h y cubrir distancias de hasta 500 kilómetros, lo que le confiere una carga útil de 110 kilos. Su maniobrabilidad superior sugiere que está diseñado para eludir sistemas de defensa antiaérea, otorgándole un gran valor en términos tácticos.

Construcción en colaboración. Lo fascinante es que los analistas del Gur han logrado examinar varios cohetes Banderol que fueron derribados o recuperados en buenas condiciones. A través de un análisis técnico, se ha evidenciado un patrón preocupante: la creciente dependencia de Rusia de componentes fabricados en el extranjero, incluso para sus últimas invenciones. Así, la sección del cohete revela una mezcla de elementos provenientes de países que supuestamente son aliados de Ucrania, así como de otros estados con los que mantiene relaciones distantes.

Desglose del cohete. Para dar más claridad: el motor SW800PRO que impulsa el misil es fabricado por la compañía china Swiwin, y se puede adquirir en plataformas de comercio como AliExpress. Asimismo, el módulo de telemetría RFD900X tiene su origen en Australia. Entre los otros componentes, se encuentran baterías de Murata (Japón), servomecanismos Mixel MX-64AR de Robotis (Corea del Sur) y un sistema de navegación inercial que parece tener origen chino.

Como se ha destacado en el informe, la clave de cada cohete es la inclusión de unos veinte microchips, cuya fabricación se localiza principalmente en Estados Unidos, aunque también en Suiza, Japón, Corea del Sur y China. Muchos de estos chips han sido adquiridos a través de el distribuidor ChipDip, uno de los más grandes de Rusia, que actualmente enfrenta sanciones internacionales.

Infografía, creada por el Gur, que muestra el Banderol Cruise Rocket y algunos de sus componentes de origen extranjero

Evasión de sanciones. La extensa inclusión de piezas occidentales en las armas rusas no es un fenómeno novedoso; se han encontrado componentes de origen similar en diversos drones. Por ejemplo, el S-70 OKHOTNIK-B demuestra esta tendencia, evidenciada también en la planificación de bombas y en armamento proveniente de Irán, así como Corea del Norte. A pesar de que se han encontrado microelectrónica reciclada, particularmente de China, sigue siendo un reto para los observadores identificar su origen.

Muchas de estas piezas provienen de productos civiles, lo que dificulta su rastreo. Según informes de docenas de analistas, la industria rusa ha logrado optimizar estos mecanismos alternativos, y la Asociación de Semiconductores (SIA) ha expresado su preocupación, advirtiendo que ciertos actores continúan accediendo a tecnología sensible a través de esquemas engañosos.

Costos y alcances. En relación al cohete Banderol, aunque su capacidad no se compara con misiles más poderosos como el KH-69, que pesa hasta 300 kilos, es una solución efectiva desde el punto de vista económico. Su combinación de precisión y rango medio ha sido optimizada para el contexto del conflicto actual. La integración de su propio motor y los sistemas de navegación basados en inercia y corrección satelital han convertido al Banderol en un arma crucial para lograr ataques de saturación o dirigidos a objetivos sensibles más allá del frente.

Aunque no se sabe si se puede reprogramar en vuelo —lo cual sería una capacidad valiosa— la mera existencia del Banderol ya plantea preocupación. Ucrania ha sufrido considerablemente a raíz de la eficacia de estos dispositivos en ataques aéreos, especialmente aquellos que implican bombardeo de precisión como los realizados por los proyectos Árbitro y UMPB, a pesar de que este último carece de un sistema de propulsión propio.

Rusia y sus plataformas alternativas. La introducción del Banderol como una opción de lanzamiento desde drones o helicópteros marca un cambio innovador en la doctrina militar rusa. En lugar de depender exclusivamente de bombarderos estratégicos o cazas, lo que representa un enfoque común en la defensa aérea de Ucrania, Moscú puede diversificar sus vectores de ataque, lo que reduce riesgos y amplía su capacidad para proyectar poder a larga distancia.

Este cambio permitiría que la aviación tradicional se reoriente hacia otros roles, mientras aumenta la cantidad de plataformas capaces de realizar ataques precisos. Además, esto resuena con tendencias emergentes en los Estados Unidos, donde se está promoviendo la fusión entre misiles de crucero ligeros y capacidades adaptables para misiones más económicas y modulares.

Implicaciones estratégicas. En conclusión, la aparición del Banderol no se limita a su valor militar o a la dependencia tecnológica; también pone de relieve la susceptibilidad a sanciones y la evolución en los sistemas de combate táctico.

De acuerdo con el Gur, de las 150 armas rusas analizadas, se identificaron más de 4,000 componentes extranjeros, lo que subraya una debilidad estructural en los controles internacionales de exportación. Esto concluye que la guerra en Ucrania está moldeando la industria global de armamento, y evidencia que los conflictos modernos requieren no solo tanques y aviones, sino también microchips, algoritmos y componentes ocultos en los corazones de electrodomésticos de uso civil.

Finalmente, nos recuerda una verdad que ha perdurado a lo largo de la historia: no hay «amigos» en el conflicto bélico, solo intereses en juego.

Imagen | Inteligencia de Ucrania, Gur

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