En un reciente informe de Naciones Unidas, fechado el 15 de Maja, se alertó sobre la proyección de que la economía global experimentará una disminución del 2.9 por ciento en 2024, con un ligero repunte al 2.4 por ciento para el año 2025. Este contexto de crisis económica se ve profundamente influenciado por la guerra tarifaria existente.
La agencia multilateral destacó en su informe los problemas económicos y sociales que se avecinan, advirtiendo que el aumento de las tensiones comerciales y las numerosas incertidumbres políticas pueden interrumpir significativamente las cadenas de suministro. Estas interrupciones también podrían provocar retrasos en inversiones clave y generar inestabilidad financiera en diferentes regiones del mundo.
El documento subraya que el estado actual de la economía mundial es profundamente incierto, dado que la creciente tensión en el comercio internacional, sumada a la inseguridad política en varias naciones, ha debilitado de manera considerable las perspectivas económicas globales para el año 2025. De acuerdo a estas proyecciones, se espera que el crecimiento económico global se reduzca a un 2.4 por ciento para el año 2025, en comparación con el 2.9 por ciento previsto para 2024, representando una disminución de 0.4 puntos porcentuales con respecto a lo previamente estimado en enero.
Desde el informe se hace hincapié en que muchos países en desarrollo, que dependen en gran medida del comercio internacional, se enfrentarán a desafíos severos a raíz de la baja en las exportaciones de materias primas, así como al endurecimiento de las condiciones financieras y los altos niveles de endeudamiento. Esto, sin duda, complicará aún más su situación económica.
Aunque el informe señala que a nivel global la inflación ha mostrado signos de desaceleración, también advierte que persisten riesgos a corto plazo. Estos riesgos son en gran parte atribuibles a los costos asociados a la presión derivada de los aranceles, junto a la creciente inseguridad política que caracteriza a muchas naciones en estos momentos.
Ante esta situación, se sugiere que es fundamental contar con un conjunto integral de herramientas que combine políticas monetarias adecuadas, medidas fiscales efectivas, reformas que apunten a mejorar la oferta, así como estrategias para estabilizar tanto los precios industriales como el cuidado social. La advertencia es clara: el deterioro de las perspectivas económicas puede socavar los esfuerzos para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible, muchos de los cuales ya están considerablemente distantes de ser alcanzados.
La presión sobre el crecimiento y el costo de la vida amenazan con acentuar las desigualdades existentes, impactando de manera desproporcionada a los hogares más vulnerables y desfavorecidos. Este es un escenario que debe ser abordado con total urgencia, ya que la débil situación de inversión global puede oscurecer las perspectivas económicas a largo plazo.









